Doblo la esquina y la veo,
diosa del tedioso merodeo
en las tarimas del deseo
donde babean los reos
de la triste moral farisea,
donde ella no quiso jugar
pero, presa del destino fatal,
tuvo que afrontar la odisea.
Con varios años ya de más
siente su vida ya de menos,
aún esperaba poder escapar
cuando advirtió que a veces
las uñas se agarran al suelo
y solo para atraparte crecen.
Niña de una sonrisa preciosa
y en principio feliz,
creció entre el piropo albañil
y las broncas en casa
que convertían el rosa
en color angustia, lágrima añil
que le dio la pobreza
cuando se fue la esperanza
y no sabía cómo salir.
Escapaba cada mañana
por la ventana de sus pesares,
hacía equilibrios y malabares
sobre los rayos del sol
que tapaba con sus pulgares.
Subía a nubes abstractas
para pintar en el cielo sus iniciales,
jugaba con consonantes y vocales
y cogía trocitos de lluvia
por si los necesitaba de retales.
Era su momento,
escapar del tiempo
para olvidar el tormento
que sentía muy adentro,
allí donde uno prefiere
incluso estar muerto.
Pero no podía evitar
el punto cero de sus miserias,
las palabras que sonaban a ostia,
el pan duro en mesas de histeria,
y caía del sueño, cara B de la noria,
y callaba sin rechistar...
"Otro día más", se decía.
Otro más.
Así empezó el aterrizaje,
en la calle de los billetes de cincuenta,
del chantaje en bolsillos de trajes
al brillo de piedras de grandes linajes,
la ilusión efímera del hidromasaje
y nunca pagar la cuenta.
Hasta que se vio sola en la cuneta,
cuando cambió el olor del viento
y el ricachón otro capricho se inventó,
entonces se sintió vulgar en el balcón
donde mueren todas las cometas.
Tras kilómetros de penitencia
en un bar de carretera
volvió a sentir la luz de la noria,
a olvidar el agujero
donde siempre cayó por inercia.
Unos ojos tan tristes
como los suyos, tantas veces,
le invitaron a un trago
de soledad sin estragos
compartida con la delicia
de poder tenerse al lado,
delicia que, por supuesto,
no desperdició.
Y entre palabras
y miradas cómplices
giraron las hélices
del Abracadabra,
quisieron salir de allí…
Él no le prometió nada,
ella no soñó ni media;
sólo le pidió escapar
de sus recuerdos-asfixia
para que la estela del ahora
consumiera la hoguera
de sus propias nostalgias.
Nadie supo nada más de ellos;
dicen que descansan en una estrella.