28 julio, 2011

Poético esperanto (VIII):Temblores


Nunca lo supo;

en sus ojos nacía el cielo

cada día hecho de enredaderas

y locas ganas de trepar.


Nadie le dijo

que era veleta del fuego,

que hay besos que nunca mueren,

incluidos los que no se dan.


Memoria eterna tras lo fugaz,

orgasmo de relojes rotos,

deseo sin trucos ni tretas,

aquella constelación en su piel...


Perdida en lo que nadie enseña,

soñando desaprender

y volver a volver

a delirar en otra playa sin nombre.