26 abril, 2015

DEL NUDO AL MUNDO

El niño enclenque de la clase caminaba siempre solo y cabizbajo de vuelta a casa. Lo que se dice andar, andaba, aunque de esa forma inconsciente de quien siente vivir sin aire dentro de su propio estómago. Pasaban los cursos, los veranos con sus septiembres, y el niño de la cabeza gacha se hizo adolescente escuchimizado y, al poco, joven canijo, si no esmirriado. O, peor, birrioso. 

Con aquella manía suya de no distinguir metáforas y sinónimos, confundió las pruebas de acceso a la universidad con las de acceso a la vida. Y, claro, suspendió. En los ratos muertos de aquel verano perdido hizo una pausa para soñar una montaña de libros que, de saber escalarla, le llevarían a ser la persona decidida y fuerte que siempre había deseado. De tal manera la soñó que, una vez despierto, sólo leía. Con vehemencia saqueó la biblioteca de su madre, alias “la ducha”, “la de letras” o, según el vecino, “la biensabía”.

Y entre líneas entendió que los sueños, sueños son, pero también pudo saber de las utopías. De su máxima forma, el Amor. Del tránsito al Des-, y cómo un prefijo tan pronto mata como luego inspira. De las paces y las guerras, de rabias que llevan al odio y otras que desembocan en rebeldía.  Hoja tras hoja, supo del llanto, nacido a veces de sufrimiento y otras, más saladas, de puro alborozo. De la sonrisa falsa en el lado oscuro de un abrazo. De la sonrisa llana y esdrújula que es regalo sin reemplazo, en la amistad de siempre y la agradablemente repentina.

Según pasaba hojas, descubría un mundo hecho de letras, y al salir a la calle, cuál era su asombro, otro mundo hecho de vida. Quizás más imperfecto pero tan parecido, al imaginarlo con sus nuevos ojos, que cuando se quiso dar cuenta los tenía siempre totalmente abiertos. Cerrar, lo que se dice cerrar, los cerraba, pero de esa forma refleja del casi imperceptible parpadeo. Y la cabeza tan alta que por fin supo lo que es mirar los ojos de otros. De igual a igual, como indios en las buenas novelas de caballerías, las historias de amores correspondidos y los capítulos donde el oprimido no se arrodilla. 

Cuando volvió a mirar el calendario, era mucho más fuerte y decidido. En aquel septiembre sí que aprobó, y con nota, la universidad y, en adelante, su vida. Y partió a una nueva ciudad, no sin darle un largo y sentido abrazo a su madre, que quizás algo no sabía. 

Su hijo, el que vivía sin aire dentro de su propio estómago, había aprendido a subir al mundo por cada uno de los nudos acumulados en su garganta. El mundo, lo que se dice mundo, ya lo conocía, pero no desde ese precioso lugar... La asombrosa intemperie de uno mismo.   

15 abril, 2015

NUESTRAS TRECE

En el solsticio de uno mismo
amanece y el sol se pone con más asombro
y el despiste del joven
para a ser voluntario deleite.

Los niños que rápido querían crecer,
ahora rebuscan en sus adentros
cuánto queda vivo aún de aquellos
tras la deshumanizadora barbarie.

Qué extraña dulzura la del tiempo ¿No?
En su paso insobornable por lo antes futuro
cada vez más diminuto e incierto,
más sensible a la luna de su interperie.

Y qué locura descubrirte revolviendo
a ver si hay cosquillas de tu talla,
para volver a volver a mudar la piel
en el mercadillo de los Yo aún despiertos.

Que según mudamos, crecemos;
por suerte también,
pues sólo así podemos aprender.

A sumarle a una boca abierta dos ojos,
y las incalculables contracciones del músculo
por el que gracias a dos existimos;
y las mentes que nos abren las puertas
de los escondrijos más bellos del camino
en este absurdo caos lleno de cerrojos. 

A dejar de oir para escuchar,
a rozar y no sólo morder la piel
por aquello de saber sentir sin poseer
en el caleidoscopio de bocas
de las muy y muchas formas de comerse.

De correr por el valle y solo pisar
pasamos a querer tumbarnos
y escuchar el viento al soplar la hierba.

De estar frente a una montaña y querer escalar
buscamos una mano amiga o amada
que sepa agarrar la nuestra, llegue donde llegue.

Lo importante ya no es la meta ni participar,
anda que no hemos bebido a morro cambiando
cada rincón de este puto y vacío mundo de mierda;
toca reir el camino sin matar las fuerzas
y parar para respirar... PARA! Si apetece.

Ya lo llenaremos cuando sepamos seguir 
en el nuevo bisiesto de nuestras trece.

13 abril, 2015

HAMBURGUÉS

Te leí sin querer en la red,
haciendo honores a tu propio juicio final.

Menudo museo de horrores...
Debes ser multimillonario y cobrar entrada,
con esa capacidad de empatizar.

Seguro que vomitas para seguir comiendo,
y lo haces a escondidas, por lo que pueda parecer.

Seguro que te sorprendes a ver gente buscando
en contenedores de supermercados, al amanecer
y lo comentas, jocosamente, en tu despacho,
a un séquito que te odia pero calla,
pues quiere aprender a vomitar tam/n/bién.

Y va faltando la memoria para aprender...
Algo tienes que olvidar; imagínate qué.

10 abril, 2015

LLUVIAS DE ABRIL

Por desesperación hice magia con tu ausencia;
media sonrisa de las tristezas y delirios de las fiebres.

Con la pasión de un puñao de amor y cuatro de rabia
eché a correr cuando ardió el bosque
en el plenilunio de aquel verano salido de tus diciembres.

Y me tiré a rescatar las llamas
que con tu nuevo uniforme extinguías,
creyéndote que mis latidos eran solo una alegoría
y nadie puede morir de ganas de verte.

Tan acostumbrado a pasar el invierno
sentado en la orilla de un río,
con un cigarro y café siempre caliente,
leyendo en el reflejo del agua
ranas saltando, lobos aullando y peces sedientos, 
hojas cayendo y lunas en ciernes...

...Y, sin dudarlo, allí me fui.

...

Fumándome un zurrón de nadas lloré el incendio
frente a un rostro hecho de ondas
tan triste y jodidamente distinto a mí
que, deformándose, me miraba sin responder,
esperando como agua de mayo 
que nos separasen las lluvias de abril.

Cuando llegaron ya estaba tan triste y cansado
de dejarme la vida en no existir
que, una vez inundado el río de las mejillas mojadas,
me decidí a lavarme la cara y partir.

A replantar la vieja alegría
que antes de nosotros me dio un jilguero
al cantarme que dos se amaron, 
sin condiciones, antes de poderme parir.

...

Me lo volví a encontrar esta mañana
mientras pateaba girones de camino a casa,
despistado con las nubes negras
que competían en el cielo por poderlo vestir. 

"Déjate de eneros y ponle letra a esto,
que si hace sol y después cae tormenta
es que hoy sale de lleno el arcoiris
y merece recibirle con otro puto Hit"

A CUBIERTO

Escribo una apología del fracaso
porque de esa forma aprendo
las victorias las paso celebrando,
sin folios, tinta ni dividendos...
Río más si la nada me pone un copazo
y olvida equilibrar el refresco. 

Me dijeron que aprendiera a expresarme
también cuando estoy riendo;
me lavé la cara, tiré 167 cañas,
nos las bebimos todas y cuando surgió la utopía
te mandé un curso de pedagogía
hecho en castúo y pasado por un viejo Loquendo.

No me juzgues si no hay juez
en el calendario donde siempre me elije un invierno;
bien que toleras los monstruos
cuando hacen acto de presencia en el Parlamento.

A lo mejor es que se parecen a tí
y no reconoces lo que sutil crece en tus adentros,
en tiendas de a cien y bancos de cien mil,
en el precio que ponen al líquido en los conciertos
y el resignado símil de capitalismo=cubierto.

05 abril, 2015

MICROCUENTOS DEL MÁS ACÁ (V): VICEVERSA

Tanto la amaba que olvidó enamorarla. Ella justo lo contrario, frustrada, incapaz de comprenderse como entonces solía. En el día a día de su Amor en Roma se perdieron, sin darse cuenta, justo cuando, sin saberlo ni catarlo, más se querían.

MICROCUENTOS DEL MÁS ACÁ (IV): CLASS WAR

Sentados cada uno a un lado de la larga barra del bar. Uno con su tubo de uranio enriquecido; el otro con su jarra de cerveza. Mirándose, en silencio. Ambos con cejas amenazantes, ganas de escupirse y un implícito duelo de no parpadear. La guerra, dicen, es un odio correspondido que se llega a ejecutar. Al barman, más dado a la ingenua tregua, le preguntaron, como testigo, un día después de la lucha de clases. “Pues parecían buena gente, yo pensé que se querían liar”.