Hago, deshago, me hacen y deshacen,
el caos nace entre movimientos incesantes
que sólo se transforman en tu mente.
Siento angustia al verlos estáticos, a veces,
cuando dicen que me tropiezo
y comienza otra vía, la del vacío,
frío por la mirada de las brasas ya mansas,
el bajo cero de un invierno sin ebrios,
o con la furia de tu dios, el río sin sangrías
que te absorbe para mojar poesías
con algo de rabia y minutos de fobia.
Y el amor no es otra historia,
por eso la nada se viste de tristes algos
mientras del precipio caigo
sin que me concedan el último baile.