Hay quien se encuentra. También quien no. Y ocurre además que hay quien no encuentra al otro; y quien ni tan siquiera lo intenta. Mientras tanto, existe un gran miedo que nos acecha con su destructiva esencia y nos avisa: "nunca lo lograrás".
Así, el perro es el mejor amigo del hombre y dicen que no tiene alma, y el hombre, aunque desee encontrar a tantas otras personas con las que su mirada se cruzó, advierte lo difícil que es, disputa una laberíntica batalla,cuando sufre, para dejar de hacerlo...y oye el susurro del miedo, gritando entre diatriba y diatriba "¡Danzad, malditos, danzad!". Entonces surge ese tajante amor propio que desde la infancia forjó la existencia, ese niño que aprendió a volar en algún momento y que pasa de dejar tan hermosa tarea. Y el niño, tan educado como el que más, le contesta: ¡Maldita tu puta envidia mamonazo, que ahí al lado tengo la salida, fijo! Y vuelve de nuevo a probar. Y descubre que el perro sí que tiene alma, y también ese al que mira, en el andén contrario. Y somos todos muy diferentes, pero volvemos tantos a probar que da igual si es chocolate o es menta, y si no da igual es porque queremos saber llamar a cada cosa por su nombre.
Pero el caso es que hay un niño dentro del chocolate, y otro en la menta, y en la fresa, la rosa o el cogollo más hermoso...y todos aprendieron a volar, aunque crean que ya no son capaces.
Un paraíso, lejos del papel de producción limitada, del eufemismo, del bucle diario y su desquiciada chimenea, de la vida de esclavos que tantas veces sentimos cómo nos atrapa. Un paraíso por vuelo, que no es oferta, y tampoco limitada; que no está tan lejos, que es hoy y será, si eso, mañana.
El krujir, el roce de cuerpos, de pupilas, de labios, de palmas, de bases y rimas, de distorsión y hardcore, de tinta y papel, de vida y sueños, de sonrisas y esperanza. Krujir de la libertad, krujir de niños escondidos que sintieron subidones y decidieron escapar, y el ladrar de perros que vuelve como son de sones, junto a tantas canciones que nos quedan por conocer. Krujir libertario
Así, el perro es el mejor amigo del hombre y dicen que no tiene alma, y el hombre, aunque desee encontrar a tantas otras personas con las que su mirada se cruzó, advierte lo difícil que es, disputa una laberíntica batalla,cuando sufre, para dejar de hacerlo...y oye el susurro del miedo, gritando entre diatriba y diatriba "¡Danzad, malditos, danzad!". Entonces surge ese tajante amor propio que desde la infancia forjó la existencia, ese niño que aprendió a volar en algún momento y que pasa de dejar tan hermosa tarea. Y el niño, tan educado como el que más, le contesta: ¡Maldita tu puta envidia mamonazo, que ahí al lado tengo la salida, fijo! Y vuelve de nuevo a probar. Y descubre que el perro sí que tiene alma, y también ese al que mira, en el andén contrario. Y somos todos muy diferentes, pero volvemos tantos a probar que da igual si es chocolate o es menta, y si no da igual es porque queremos saber llamar a cada cosa por su nombre.
Pero el caso es que hay un niño dentro del chocolate, y otro en la menta, y en la fresa, la rosa o el cogollo más hermoso...y todos aprendieron a volar, aunque crean que ya no son capaces.
Un paraíso, lejos del papel de producción limitada, del eufemismo, del bucle diario y su desquiciada chimenea, de la vida de esclavos que tantas veces sentimos cómo nos atrapa. Un paraíso por vuelo, que no es oferta, y tampoco limitada; que no está tan lejos, que es hoy y será, si eso, mañana.
El krujir, el roce de cuerpos, de pupilas, de labios, de palmas, de bases y rimas, de distorsión y hardcore, de tinta y papel, de vida y sueños, de sonrisas y esperanza. Krujir de la libertad, krujir de niños escondidos que sintieron subidones y decidieron escapar, y el ladrar de perros que vuelve como son de sones, junto a tantas canciones que nos quedan por conocer. Krujir libertario
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