Creo en el blanco y el negro,
y en los colores de las baldosas que me llevan a tí;
no en la escala que nos enseñan,
de obediencia sin quimeras grabada en la madera
de un árbol arrancado de raíz
dejado a la suerte del olvido sin matiz, un luto gris
condenado por tres capas de barniz.
Camino sobre ellas y me pongo a reir
si pierdo el equilibrio y me mancho de desliz...
si pierdo el equilibrio y me mancho de desliz...
Me levanto, aprendo algo, respiro, vuelvo a partir
siendo mucho más sabio con la botella de elixir
que es mi memoria a la hora de elegir.
Volando cuando pienso en lo que queda por venir,
cambiando de sitio señales que pretenden prohibir,
aprendiendo a echar de menos antes de verte partir...
Con la media sonrisa de pensarte un poco más feliz.
Y la certeza de que improvisar es aprender a vivir.
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