Yo siempre ando borracho
de lluvia, de guaridas con goteras,
de musas que todavía vuelan
y vierten cubos llenos de ideas
que te caen justo en la cabeza.
Yo siempre me despisto
mirando al vacío
intentando llenarlo de algo.
Arrancando a las certezas
alguna diminuta duda,
buscando una luz que desnude
los adentros de mi locura.
Un valle de tierra húmeda
sobre el que crecen verdes
y sin coraza las sinrazones,
donde al tumbarte escuchas
sus confesiones al viento.
El caballo salvaje
que vi en aquel breve instante
y desde entonces galopa
haciendo indomables los sueños.
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