Cuando aun era un niño, solía divagar con un amigo sobre la existencia de un extraño personaje al que llamábamos “el hombre de la pecera”. Pensábamos que era posible que a través de aquellos cristales mágicos pudiera vernos mejor y controlarnos. Por eso, siempre nos despedíamos, entre risas, con la consensuada amenaza: “¡Eh, no lo olvides! El hombre de la pecera te controla”. Más tarde descubrí en la distópica novela de George Orwell, 1984, que no habíamos sido demasiado originales. Pero desde hace unos años me planteo si toda esta paranoia no está yendo más allá de la ciencia ficción. Quizá el hombre de la pecera exista o el Gran Hermano nos vigile.
No creo que a los trabajadores de Lidl les parezca ciencia ficción su situación laboral. La cadena de supermercados les espía con microcámaras para redactar informes sobre ellos donde apuntan rasgos íntimos de su personalidad como “empleada introvertida y de aspecto ingenuo”. Intuyo que tampoco es ficción para los currantes de otras tantas empresas que revisan su correo personal, graban sus conversaciones con amigos y familiares o vulneran de cualquier otro modo su derecho a la intimidad .
Supongo que no les causaría tanta impresión como a mí la idea de aquel hombre en su pecera a todos los turistas que son sometidos durante más de dos horas a los caprichos de la policía norteamericana. No después de que revisen con una lupa el contenido de su ordenador, tras todo el proceso de identificación, desnudo e incautación de “materiales de alto riesgo”, llámese champú o after-shave. De igual modo, poco sorprenderá el relato de Orwell a los biandantes en la Calle Montera, dentro del nuevo circuito de videovigilancia, ni a los que estén tramitando el nuevo D.N.I electrónico o fichen en el trabajo con la palma de su mano.
Me va a costar recordar esta anécdota como la gran idea que fue en su momento. Además, reconozco que la juventud nos delató, porque la pecera no es de un solo hombre. Son demasiados, y lo más preocupante es que entre ellos se encuentran quienes deberían representarnos. Ellos también tratan a los ciudadanos como sospechosos crónicos, según dicen, por nuestra seguridad… Es una pena, pero mi amigo tenía razón: lo malo es que desde una pecera no se puede preguntar mucho.
No creo que a los trabajadores de Lidl les parezca ciencia ficción su situación laboral. La cadena de supermercados les espía con microcámaras para redactar informes sobre ellos donde apuntan rasgos íntimos de su personalidad como “empleada introvertida y de aspecto ingenuo”. Intuyo que tampoco es ficción para los currantes de otras tantas empresas que revisan su correo personal, graban sus conversaciones con amigos y familiares o vulneran de cualquier otro modo su derecho a la intimidad .
Supongo que no les causaría tanta impresión como a mí la idea de aquel hombre en su pecera a todos los turistas que son sometidos durante más de dos horas a los caprichos de la policía norteamericana. No después de que revisen con una lupa el contenido de su ordenador, tras todo el proceso de identificación, desnudo e incautación de “materiales de alto riesgo”, llámese champú o after-shave. De igual modo, poco sorprenderá el relato de Orwell a los biandantes en la Calle Montera, dentro del nuevo circuito de videovigilancia, ni a los que estén tramitando el nuevo D.N.I electrónico o fichen en el trabajo con la palma de su mano.
Me va a costar recordar esta anécdota como la gran idea que fue en su momento. Además, reconozco que la juventud nos delató, porque la pecera no es de un solo hombre. Son demasiados, y lo más preocupante es que entre ellos se encuentran quienes deberían representarnos. Ellos también tratan a los ciudadanos como sospechosos crónicos, según dicen, por nuestra seguridad… Es una pena, pero mi amigo tenía razón: lo malo es que desde una pecera no se puede preguntar mucho.
La verdad es que siempre e sospechado que alguien me miraba en la ducha pero ahora que se que es el hombre ese me quedo mas tranquila... me parecia raro que tuviese ese acento norteamericano y que dijese estamouss trabjaundo en ellouu pero ahora lo entiendo gracias jarkoe
ResponderEliminarLa verdad es que siempre e sospechado que alguien me miraba en la ducha pero ahora que se que es el hombre ese me quedo mas tranquila... me parecia raro que tuviese ese acento norteamericano y que dijese estamouss trabjaundo en ellouu pero ahora lo entiendo gracias jarkoe
ResponderEliminarPorque te lo e escrito dos veces? pos no se
ResponderEliminarbueno da igual el tema me mola porque el libro esees un flipote sobre to es que conforme lo vas leyendo te das cuenta que es una situacion bastante familiar y que no es para nada descartable en un futuroo..yo me pido ser la ninfomana rebelde!! (contigo solo)
Rompamos las peceras, que corra el agua (coño! como en Cáceres!) y que vuelen los peces. Ya está bueno, copón.
ResponderEliminarAnónima: Esto...Yo creo que me daría más miedo aún sabes que ese engendro me mira en la ducha...jej Pero que seas mi ninfómana creo que puedo afrontarlo...
ResponderEliminar...
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......sip. Sin duda.
Txarko: Eso digo yo!A romperlas!!Y bendito 1983 también hombre! A ver para cuando ese libro (no todos los días nace un txarko) (copón)