Todo puede cambiar. Todos lloraremos en nuestros paraísos y todos acabaremos desmontados entre carcajadas en el suelo del más jodido infierno. Estar arriba y abajo. Estar y no estar. Tu soledad en lugares concurridos. La plenitud en tu lengua, que dibuja cálidas eses y desconocidos alfabetos en sus piernas, su sexo, su cuello, su boca.
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