Nunca lo supo;
en sus ojos nacía el cielo
cada día hecho de enredaderas
y locas ganas de trepar.
Nadie le dijo
que era veleta del fuego,
que hay besos que nunca mueren,
incluidos los que no se dan.
Memoria eterna tras lo fugaz,
orgasmo de relojes rotos,
deseo sin trucos ni tretas,
aquella constelación en su piel...
Perdida en lo que nadie enseña,
soñando desaprender
y volver a volver
a delirar en otra playa sin nombre.
Me gustó mucho este texto, tiene trechos memorables. Muy buena calidad, mis felicitaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD