Aúllo a la luna con mis labios en tu cuello,
siempre creciente como el preludio de un orgasmo,
recito cada pasaje de otra quimera incompleta
rozando con mis dedos mundos que nadie ha creado.
Despierto con la memoria atravesando mi ventana,
camino sobre recuerdos por un pasillo de telarañas,
enciendo la luz de las verdades que me matan
y hay rastros de lo imposible en el espejo del baño.
Tengo un testamento hecho de agua caliente,
un mensaje tras el vaho que no consigo descifrar;
es traducible un "Te quiero" escrito con el dedo,
no los puntos suspensivos que dejaste por pensar.
Y salgo con el alma de los perro desquiciados
a marcar los callejones donde fuimos nuestra locura
de mil veces matarnos a palabras y a polvos,
de mil veces despellejarnos y ponernos puntos de sutura.
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