Hay una mano esquiva entre el frío y la caricia;
muda su piel el ángel
mientras cien demonios internos le desquician,
pero aún cree en alguien
y guarda una bala para el tiempo y su avaricia.
Que pasa la vida y mueren células intangibles,
no sé si nos matará nuestra voluntad
pero seguro que nos hace ser un poco más libres.
Con los pies en el suelo y el vuelo de cada pincelada
¿Coge impulso el ayer por sí solo
o eres tú el portero que siempre le regala una entrada?
Perdiste la cuenta del aforo, nadie te impuso una cifra,
repartes flyers a todo aquel que te ofrece una sonrisa
y terminas fuera, viendo el resultado desde la cornisa...
Con la redención del francotirador y la mirilla hecha trizas.
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