Cada doce lunas aúllo al sol.
Le reclamo a la alegría
que rompa esos botes de formol
y libere los instantes
que flotan en su estantería.
Le digo...
"Bruja, ensuciémonos sin miedo
los atavíos de las vergüenzas
con que otrora nos vistieron"
...Y a veces se niega, pero insisto:
"Tú que danzabas al son de tu propia vida,
que preciosa, casi volabas,
sin pensar en qué animales sin ojos te miran.
Devúelveme tu insensatez,
arranca la carne
e incrusta en mi pecho
tu mueca fugaz,
el eco simple e inmenso
que va a su aire,
doblegándome la voluntad"
E igual que a veces hace caso
otras me manda a pasear,
esta bruja que vive y siente
sin saber definir ni deletrear;
que contagia y engrandece
sin razón alguna que argumentar.
Mi honesta necesidad.
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