Sigues con los ojos tan abiertos
y la mirada tan perdida
como la estación en la que te conocí.
Dicen que hay muchos años y muchos trenes
y todos llevan a lugares preciosos,
que por qué coño no puedo dejar de insistir.
Putos profetas,
reduciéndome la existencia
a la obligación de pagar la cuenta,
ponerme el abrigo, decir Adios y salir.
Como si fuese una marioneta
de lo que esos dicen y aquellos inventan
en la osadía de empatizar sin comprender
y querer ayudar sin poderte sentir,
tan empeñados en sus propias vidas
de suertes o de rebaños
que también quieren arrastrarte a tí.
Ya escapé y ya me perdí;
estravío facturas, brújulas y relojes
y no hay días, números ni direcciones
en los que la razón me haga tan feliz.
Ya vomité, intenté olvidar
y en la agonía de la amarga memoria
pinté mi amnesia con cuentos de barniz...
...Después arañé y volví a encontrarte
acariciándome la locura,
desvistiéndome de miedos y de prisas
por encontrar la propia libertad;
arrancándome toda fuerza de la camisa
que desde niño me tejió la autoridad,
y volví a saberte decidir.
Dicen que hay muchos años y muchos trenes,
pero sólo una estación,
sólo una, de la que nadie suele salir.
Pero tú sigues con tus ojos tan abiertos
y esa mirada tan perdida
que ahora pienso si no estabas ya allí
el día que te conocí.
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