Según pasan los inviernos
veo más valles desde mi ventana;
estampas verdes y cristalinas
dando relevo al frío cemento.
A los ruidos, la niebla, las antenas,
arquitectos con maquinaria pero sin sueños....
En pleno Enero, quién lo diría.
Según se agotan los calendarios
en los grandes almacenes de la vida,
siempre repletos de temporeros
y conejos rehabilitados con el reloj en hora
que ya no quieren saber de Alicia.
Según las dudas, se tornan aburridas,
y caben en tarjetas de crédito,
en logros sin mérito y pura matemática
para despejar la X de otras mentiras.
Saben del= pero no de la práctica.
Veo más valles desde mi ventana,
caballos salvajes, niños riendo,
brujas con curas para cada ser enfermo,
sea de valores, falta de sueños o alegría.
Y todo se vuelve mucho más simple,
cuando creo en lo que veo,
en mi propia fé, mi propia utopía.
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