entre tantas guerras cotidianas,
el grito absurdo, la garganta hinchada,
las bocas sin versos ni valores
que se dejan la piel por todo menos nadie
y rápido apilan cadáveres
si no hay escalones para subir a su baile.
No vale todo, no,
toda esa mierda no puede valer;
por frío que fuese el invierno
y mal que nos educasen.
Me simplifico en la negativa,
a veces casi automática
y a menudo desesperanzada,
a comprender la transformación
del inocente en mala persona.
Por mucha frustración,
erróneas ambiciones y posiciones
que genere el falso orgullo
de quien adquiere poder
o a cualquier precio lo quiere.
Aunque suponga dolor
para cualquiera que no sea Yo
en el carnaval de hijas de puta
que antes de ser flor
forzaron raíz, tallo y capullo
renunciando a ser otras.
¿Dónde quedaron?
Qué hay debajo de esa máscara,
si les quitas la cáscara
de las circunstancias, el telón,
los flashes y las modas.
El gobierno y la oposición,
faltando a su escaño
para planear la contención.
Del ego a la dictadura,
hay sólo millones de cómplices
tolerando a un simple dios.
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