Alguna tarde brillará esa luna tímida
que asoma como tapándose la boca
por las traseras del pantano
mientras atardece y el sol se suicida
en la mirada de los jóvenes
que no saben aún de puntos muertos.
Alguna tarde a ese horizonte
de brochazos y colores confundidos
lo llamarán "preclaro",
como si fuese inspiración del hombre,
empeñado en catalogar
hasta el sexo según los condones.
Después,
con el primer aliento de la noche,
los jinetes vendrán
sin permiso ni apocalipsis
y el futuro será un lejano galope,
tambor de salvajes caballos.
Caerán entonces los atrapasueños
sobre cada cama de cada corazón ocupado
en preocuparse demasiado
y reirán los ojos abriendo el techo
para observar el universo
sin la pesadumbre de tanto equipaje
vendido y comprado.
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