Mi corazón es sólo espejo
de una cabeza desordenada,
ahí arriba mi padre me mira,
dice "Hijo ¿Por qué lloras?"
Y como si me conociera
me abraza antes de que diga NADA.
Sus ojos siempre arrancan las malas hierbas
y la hiedra que sube por mi cabeza
desde las raíces de una vieja almohada.
¡El caos que me despierta!
Que me grita, que me riñe, que me ata;
en la duermevela sin sus manos
que ya no distingue una sola verdad.
¡La realidad no existe!
grita el niñato caprichoso
que habita mi Yo tirano.
Pero qué sabrá él de la soledad.
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