Llega su nana sobre una rama
escrita en la sola hoja del viejo árbol
que tras el verano no quiso caer.
Llega latiendo vida a contratiempo
en las yemas de un bajista
que, ya caído el telón, sigue con sed.
Antes cortó las cuerdas de los rehenes
y derribó las paredes de lo que, querían, su desahucio;
irrumpió en descorazonados cuerpos acorazados
con los ojos de un color que nadie sabe,
con la vida que si no vives nunca descubres.
Y lloró de risa como si no hubiera mañana
y al saber que no lo había lloró de sorpresa otra vez;
lloró de todas las formas que merecen la pena,
la pena de la tristeza no, nunca la había podido ver.
Cabía un océano en cada una de sus lágrimas,
y en cada océano el aleteo de un ser tan hermosamente extraño
que nadie sabría si es pájaro o pez.
Salió del llanto y riendo buscó una rama
donde escribirle al otoño una alegre nana.
Precioso folio, piensa posado Ahora,
la sola hoja que sigue en él;
FORTALEZA hecha vida, naturaleza INDOMABLE,
como la nana que llora una madre
cuando su hija llora al nacer.
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