La vida es una suerte de metáfora exagerada
que baila entre lo dulce, lo inevitable y lo hiriente:
me dijo Te Quiero en la etílica madrugada
y antes de salir de la cama y vomitar dudas
le sentí un "Que no, que es mentira", al día siguiente.
Menudas entrañas para imposibles retenes,
nos preguntan haciendo cosquillas
qué coño es eso de las fronteras.
"No os hagais líos cuando volvais ahí fuera,
es lo que esos infelices quieren.
Los honestos cruzan ríos, suben montañas y surcan mares,
los bárbaros hacen espinas de alambre
clavan banderas, deciden vidas sellando papeles".
Y en el asalto a la cocina
justo a la hora de la misa de a doce,
se me quema la tostada, raspo y como si nada.
Masticando dulce y salado
imagino al hombre de las ostias consagradas
sermoneando a personas que ni conoce.
Antes la verdad silenciada
que el discurso complaciente.
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