haciendo honores a tu propio juicio final.
Menudo museo de horrores...
Debes ser multimillonario y cobrar entrada,
con esa capacidad de empatizar.
Seguro que vomitas para seguir comiendo,
y lo haces a escondidas, por lo que pueda parecer.
Seguro que te sorprendes a ver gente buscando
en contenedores de supermercados, al amanecer
y lo comentas, jocosamente, en tu despacho,
a un séquito que te odia pero calla,
pues quiere aprender a vomitar tam/n/bién.
Y va faltando la memoria para aprender...
Algo tienes que olvidar; imagínate qué.
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