Por desesperación hice magia con tu ausencia;
media sonrisa de las tristezas y delirios de las fiebres.
Con la pasión de un puñao de amor y cuatro de rabia
eché a correr cuando ardió el bosque
en el plenilunio de aquel verano salido de tus diciembres.
Y me tiré a rescatar las llamas
que con tu nuevo uniforme extinguías,
creyéndote que mis latidos eran solo una alegoría
y nadie puede morir de ganas de verte.
Tan acostumbrado a pasar el invierno
sentado en la orilla de un río,
con un cigarro y café siempre caliente,
leyendo en el reflejo del agua
ranas saltando, lobos aullando y peces sedientos,
hojas cayendo y lunas en ciernes...
...Y, sin dudarlo, allí me fui.
...
Fumándome un zurrón de nadas lloré el incendio
frente a un rostro hecho de ondas
tan triste y jodidamente distinto a mí
que, deformándose, me miraba sin responder,
esperando como agua de mayo
que nos separasen las lluvias de abril.
Cuando llegaron ya estaba tan triste y cansado
de dejarme la vida en no existir
que, una vez inundado el río de las mejillas mojadas,
me decidí a lavarme la cara y partir.
A replantar la vieja alegría
que antes de nosotros me dio un jilguero
al cantarme que dos se amaron,
sin condiciones, antes de poderme parir.
...
Me lo volví a encontrar esta mañana
mientras pateaba girones de camino a casa,
despistado con las nubes negras
que competían en el cielo por poderlo vestir.
"Déjate de eneros y ponle letra a esto,
que si hace sol y después cae tormenta
es que hoy sale de lleno el arcoiris
y merece recibirle con otro puto Hit"
No hay comentarios:
Publicar un comentario