Qué delirio
comprimir kilómetros, girar manecillas de relojes,
quemar futuro de calendarios, verterme en bidones
y mirar las sombras siendo el fuego de esos ojos.
Qué tontería,
piensa la luna cómplice que nada dice;
qué va a decir, si ya he prendido
y mientras más me avivo menos me comprendo.
A la luz del día vendrán
perros sacando a hombres a pasear
y quizás se detengan a oler las cenizas.
Quizás algunos ojos las vean entonces
y la boca de alguien emita un juicio razonable,
cuando ya no exista allí ni quiera,
tan harto de tener oídos para escucharles
puestos de estereotipos y orgasmos precoces.
Seré viento entonces, sólo viento,
fuera de mi frío cuerpo
donde el aire sobrevive a las voces.
Donde la nieve muere humeante
y, sin pasar por agua, simplemente arde.
Sé lo que vivo y no es un sueño...
Ya lo escribió Ángel González.
comprimir kilómetros, girar manecillas de relojes,
quemar futuro de calendarios, verterme en bidones
y mirar las sombras siendo el fuego de esos ojos.
Qué tontería,
piensa la luna cómplice que nada dice;
qué va a decir, si ya he prendido
y mientras más me avivo menos me comprendo.
A la luz del día vendrán
perros sacando a hombres a pasear
y quizás se detengan a oler las cenizas.
Quizás algunos ojos las vean entonces
y la boca de alguien emita un juicio razonable,
cuando ya no exista allí ni quiera,
tan harto de tener oídos para escucharles
puestos de estereotipos y orgasmos precoces.
Seré viento entonces, sólo viento,
fuera de mi frío cuerpo
donde el aire sobrevive a las voces.
Donde la nieve muere humeante
y, sin pasar por agua, simplemente arde.
Sé lo que vivo y no es un sueño...
Ya lo escribió Ángel González.
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