Viví tanto y tan rápido
que ahora me cuesta sentir incluso nada.
Tan de golpe sentí
que la vida hace saltar la sangre
de las bocas abiertas mirándose absortas
en el ring de un eterno déjà vu,
sin más toalla que una roída, sudada y gris.
Y todos se niegan a tirarla ahora;
nadie quiere claudicar por mí
a pesar del coágulo, la garganta, la soga;
Tanto y tan rápido
que sin querer me arrodillo para implorar:
no la tiréis,
dejad que me arranquen la memoria.
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