21 abril, 2010

El sutil encanto de la obsesión



La sangre sobre la nieve es más roja, y a Carol le costaba olvidarla. Tras horas acumulando obsesión en duermevela, había pensado volver a borrar de la entrada de casa aquel excéntrico espectáculo visual, pero estaba cansada. Día a día, al volver del trabajo, se encontraba la misma bienvenida. Le resultaba repulsivo. Un enorme charco de sangre atravesaba la puerta principal y dejaba un perfecto rastro que recorría, como un líquido hilo rojizo, toda la casa de punta a punta, desde la entrada hasta el cuarto de su hija. Harta de la situación, Carol decidió hablar seriamente con ella. Abrió la habitación y allí estaba, plasmando con sus manos la alegría momentánea en un lienzo lleno de garabatos indescifrables. Según observaba su sonriente mueca, imaginaba el modus operandi que, de nuevo, seguiría la diminuta genio tras acabar el cuadro. Cortar en diminutos pedazos el cadáver y enterrarlo precisamente donde ella tenía sus plantas. Un quehacer al que Lara se había acostumbrado sin ningún tipo de consideración hacia su madre ni su estricto concepto del orden. Así que decidió ser tajante y zanjar de una vez por todas el asunto con la pequeña artista.

- Hija… ¿Otra vez?- Le preguntó finalmente, sin que Lara saliera de su aparente trance.

- Mamá, lo siento, pero no puedo evitarlo. Según abro la puerta, es ver sus cuerpos y pensar en todo lo que esconden y me sale solo…- Por su cara, y a pesar de que estaba harta, a Carol le resultaba sumamente difícil, incluso doloroso, pedirle que se detuviese y castigarla. Además, estaba claro que la niña recurriría a su clásica serie argumental. ..- De lo contrario, piensa en lo aburrida que estaría, por no hablar de todo el dinero de clases de música, deportes o cualquier gilipollez que os habéis ahorrado. Además… ¿No ves cómo me pongo cuando veo salir la sangre y empiezo a crear? Mamá, me siento la hija más afortunada del mundo. O…. ¿No quieres que sea felíz?- Preguntó para acabar, sin duda en un último intento hasta entonces efectivo de ablandar a su progenitora. Sin embargo, Carol lo tenía claro; hay límites en ésta vida que no se pueden sobrepasar.

-…Haz lo que quieras hija…Pero no quiero volver a decirte esto, porque sabes de sobra que me saca de mis casillas. Si manchas algo, ¡lo limpias!

1 comentario:

  1. Muy buena mann!jjj esa chica tiene algo que me pone :D

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