27 agosto, 2015

CUATRO PUPILAS

La bida es mucho más dulce entre esas piernas,
sentí y pensé, me estremecí
y con V de placer forjaste mi avsurda dixlesia.

Pero quién no pierde el norte y la ortografía
cuando un gemido te onomatopeyiza hasta la fé
y morderse los labios a intervalos define el mutuo placer:
"érase una vez dos cuerpos en perfecta sinergia".

Que recaiga toda tu expiración en mí
y, cuando estés sin aliento, pueda pedirte revancha.

Hablo con la mirada cuando no sé decir,
"eres luna llena hundiendo sus puños en arena",
pensé. perdido en la piel
que hace un rato obstaculizaba tu falda.

A duras penas lo traduje
y algún fonema pareció hacerte reir.

Diccionarios en blanco y un mutuo pacto;
la tinta invisible tiene su encanto,
como cuatro pupilas que, estando juntas, se dilatan.

YO PARPADEO

Yo ya no sueño, no;
dibujo en el interior de mis párpados
la que será mi lucha cuando abra los ojos.

Por fuera nunca fui nada:
obsolescencia programada frente a un espejo,
inevitable frivolidad fabricando ruinas
según caen bombas y marcha glorioso el tiempo.

Por dentro, en cambio, lo dí y lo doy todo,
y aún me siento osadía anillada a bandadas de pájaros
emigrando a lugares más necesarios y menos complejos
donde el instinto vuela solo
hasta posarse y protegerles de sus inevitables defectos.

Ahora que no sueño, dibujo,
sin pensar en lo que la razón quiere
o el corazón nublándose antes de que llueva,
la que será mi lucha cuando abra los ojos...

Es entonces, y sólo en ese instante,
cuando más me creo...

...Y no pasa nada 
si dudo, si me dudan, si flaqueo,
ya está pintado y no hay quien evite
un simple y llano acto reflejo: 
YO PARPADEO.

17 agosto, 2015

ATENCIÓN AL CLIENTE

Qué aburridas ambiciones esas que gastas,
le dije.

Érase un hombre, o algo parecido, 
pegado un maletín
con la pose de los aspirantes a cineastas
que se compran la vocación
en un rastro exclusivo para adictos a fingir.

Según llamó a la puerta,
le ví venir.

Con desquiciada rapidez
sacó un catálogo de cuestionable gusto
y, sin más preámbulo, espetó:
"tengo el largometraje perfecto para tí".

A las cuatro de la tarde
uno no tiene paciencia para cosas así.

"¿Cómo dice señor?"

Que qué aburridas ambiciones, repetí.

Me creeré tu película
cuando no vea venir los créditos.

Tu dios follándote en dieciséis novenos
y tú gimiendo en variados registros
de incuestionable mérito...

...Eso sí es bello realismo;
grábalo y vuelve cuando quieras,
que te compro copias y copias
como para que sobren después de repartir. 

El hombre, todavía pegado a su maletín,
entró en el ascensor
mientras ultimaba mi oferta más sutil.

VENGANZA SUTIL

Llevaba tiempo sin verla,
calendarios aparte.

Recuperé las constantes
y solo alcancé a preguntar
¿Qué ha sido de ti?

Después de una fría letanía,
viendo su cara cansada, apatía en los ojos
y un protocolo por boca 
paré el reloj, 
desabroché sus botas,
señalé un charco que hiciera de espejo
y, mientras saltábamos, insistí.

Los mayores no se manchan
aunque ya no les azoten al volver a casa;
el miedo ata con bridas a cualquier rutina,
como una muda amenaza.

Serán ahora golpes de monjas invisibles,
quizás,
su Dios castigando y el ego hecho trizas;
hay reglas
que duelen mucho más que la madera noble
y la piel puede ponerse roja
pero la sangre es lo único que siempre corre.

"Qué ha sido de tí?" Me dio por repetir.

Dime, ahora que te has manchado de valor,
si no es el momento de ir sin huir
a enfrentarte a la vieja que escondes
bajo tu piel aburrida tirando a gris.

Viérterte cubos de agua y sal
como si lloviesen mares
sobre las heridas abiertas
hasta que naufragues fuera de tí
y te rías desde la orilla
del cadáver que te quería muerta.

En plan "venganza sutil".

Sin resaca de penas ni dramas de roca,
saltar si te place, 
sumergirte hasta hacerte las paces
y mirar al cielo al salir.

Sentir a qué sabe saberte sin fin,
agridulce como la vida
y hostilmente sincera,
sabiendo que sólo tú te has de consentir.

ODIAR ES MAL, REIR ES BIEN (HOLA SOY COCO)


El odio es una sensación masoquista y testaruda,
una agonía innecesaria,
un regalo al prójimo
cuando el prójimo es simplemente un hijo de puta.

Lo sé,
pero no me malinterpreten:
no les odio en absoluto.

Me río de ellos,
tantas veces y con tanta fuerza como puedo,
como si no hubiera mañana,
a pulmón, a pecho partido y vísceras asomando,
desde las branquias de un pez que me comí hace años.

No merecen mi odio,
no;
pero sí mi incomprensión reinterpretada,
maldigerida y hecha carcajada.

Sacar la médula espinal de un cuerpo absurdo
y mandársela por correo urgente a su familia política, 
con una técnica apurada, cortadita en rebanadas.

Mira que hay cubos de colores para reciclar,
pero ningún "Deposite aquí el cerebro
de los deshumanizados que no le sirvan para nada".

No les odio, no,
ya les juzgará si acaso un Yo futuro
cuando la verdad llame a sus puertas
para cobrarse una larga factura.

Mientras tanto,
puesto que la justicia es lenta
y sólo pone el modo Auto
para multas por psicoriquezas y tráfico,
me van a disculpar si río un rato.

Ahora que la corrección política se lleva tanto
que hasta el pensamiento parece amenazado.