30 noviembre, 2010

Lienzo vestido de desnudos

Todavía brillan mis ojos y cruje mi mandíbula
en las fugaces noches de luna llena.

Todavía siento cómo la sangre se vuelve nítida,
y su calor es instinto en tu cuello.

Ésta noche que ilumina cada callejón prohibido,
cada resto de nuestros deseos más furtivos,
todo eco de ansiedad hecha de carne y hueso
que ponga en alerta el cosquilleo de tu nuca.

Aquí, donde otros bastardos se queman
y nadie aguanta sin evaporarse,
quiero que me vistas con tu piel
y cosernos cada retazo de hiel
con las caricias que te guardé,
desde que te ví y pude imaginarte
en el baúl de mis brutales teoremas.

Y aquí, en el último recoveco de un instante
en que tú y yo somos inconscientes amantes,
la desnudez del orgasmo es una dulce bestia
y mi sumisa memoria nos dibujará eternos.

Asesinato suicida

Anoche maté a alguien.

Dbeo cofnesrlao,
antes de que mis faltas
me delaten.

Hice arder a mi musa,
llamaradas de ella
en mi corazón desenlatado.

Las miraba absorto,
como inmensas hogueras
en montañas perdidas
mira quien sobrevive.

Una rara sonrisa
en mi cara de profano
y sólo dos lobos
aullando al pasado.

A muerdos con la vida
y con el tiempo indetenible,
a muerdos con los besos
que guardan algo de veneno.

Arrebatos de rabia
desencajados de mi mandíbula
me hacían bailar sobre su sombra,
que se movía al son del viento.

Anoche acabé con todo;
puede que solo fuera una impresión,
que nada pase de golpe
y haya un fantasma tras el fuego.

No sé, pero lo hice,
y ésta mañana todo parece humo.

La intención es lo que no cuenta.

16 noviembre, 2010

Esta mañana llueve

Fuegos insólitos iluminan Babel,

llamas intrépidas que sólo se ven

desde las desordenadas coordenadas

donde se respira la esencia de tu ser.


Puedes ser el feliz loco que baila con la tormenta

y duerme balanceándose en una caricia de la luna;

puedes arrancar todo el asfalto, dejar intacta la rosa

y dibujar un sueño en la retina de cada durmiente.


Puedes reír hasta que te falte el oxígeno,

jugar en carcajadas que entierren los quirófanos

y celebren en los funerales, al unísono,

la inmortalidad que descansa en los recuerdos póstumos.


Puedes llorar de rabia y mirar al cielo como si decidiera,

incluso caminar hacia atrás hasta que lluevan letreros

donde dice que se acerca una nueva era llamada Quimera,

o tan solo saltar sin mirar y descubrir el sentido de todo

en el enorme segundo que sentencia tu último vuelo.


Puedes gritar que el rey va desnudo,

verter el color de la libertad en las calles

para chapotear hasta que los pilares tiemblen,

y construirte de nuevo sin miedos.


Puedes caminar sobre el agua,

pero súbete a cada pequeña nube.


Esta mañana llueve.

Apología de una nariz deforme

Éstas son palabras sin sentido, de esas que uno no suele escribir cuando camina sobrio y no pierde el tiempo en una sola S. Palabras sin sentido al menos para quienes busquen el sentimiento recreado, en el que tanto suele uno escudarse. Estoy harto de los pensamientos póstumos, derivados de un ahora que fue ayer. Odio la impotencia. Buscar y buscar y encontrar sólo lo que conozco, la sensación absurda de lo planeado. Todo orgasmo conseguido sin convicción es un placer, pero no un placer auténtico.

Nadie sabe cuánto me gustaría volver a ser Yo. Uno de esos extraños seres que busca y vive sólo lo que quiere, sin pensar que puede equivocarse, cagarla y perder.

Pasas horas con una persona con la que estarías muchísimas más y sientes, a cada palabra, que lo que más deseas es devorarla, sin más, pero sabes que es demasiado tarde, o al menos lo piensas, demasiadas veces, tantas como segundos hay antes de volver a perderte en ella, que te habla.

Vuelves a sus labios, que se mueven y articulan comentarios, historias, palabras. Devuelves algunas respuestas, planteas nuevas preguntas, todo en tu cerebro. Y mientras tu cerebro se mueve, tú sientes y sientes, tantas veces como inconscientemente puedes. Tantas veces como en realidad te gustaría. Pero de nuevo sabes que el tiempo pasa.

El miedo de las personas por conocer la realidad es tan grande como el miedo a que algo duela. Es fácil conseguir que la historia no se repita, y que nada sea lo suficientemente importante como para hacerte sufrir. Pero no hay nada más difícil que intentar ser feliz siendo otra persona y no uno mismo, esquivando los momentos que recuerdas con la más tremenda sonrisa por si después todo resulta ser pasado. Por si, entre pensamiento y pensamiento, escondido en los retazos de memoria, echas demasiado de menos lo que un día hubo y para tí parece que nunca va a desaparecer.

Si que exista compromiso ni promesa alguna, la única infidelidad posible con ella y contigo mismo a la vez es pensar en ella cuando follas con otra persona. Es una ley no escrita que ni ella ni tú conoceis, de la que nadie ha hablado, pero que a tí te deja desnudo. Pasa mil veces hasta que sientes que es inútil. Y despojado de disfraces, en ese extraño lugar al que te ha llevado tu imaginación, cada vez que la ves y revives con ella algún instante te ves cerrando los ojos y pensando lo mismo: ¿Qué me has hecho, hija de puta?.

Puede parecer una gilipollez, pero en los pequeños momentos está todo, y eso pasa factura. Me gustaba ser hermético, pero sin aire es imposible respirar.

07 noviembre, 2010

Lo que el tiempo no mata (II)

Intenta escalar hasta el eco de su orgasmo,

retén su mirada mientras coges impulso

y salta al abismo de lo que ya no será presente.

La caída es la odisea de saberte muerto,

el aterrizaje no saber si lo viviste despierto;

todo eso que nadie puede explicarse.

Lo que el tiempo no mata (I)

En el reflejo de sus pupilas

hay algún perverso secreto

que busca sin cesar mi deseo,

y es difícil articular palabra.

03 noviembre, 2010

Paraíso Evoco (III):


I

Cuando me encuentro entre tus recuerdos y la nada


no elijo, me reinvento conversando con esas hadas

que me dicen: no hay cenizas donde queda lava.


II


Tienen razón…

Nada muere dentro si en mi mente sigue vivo,

por vocación

te buscaba como si futuro no importara contigo,

y no existe error

en las noches hechas de derroche de gemidos.


III

De corazón…


…echo de menos gilipolleces como el leve ronquido,

lechuza vigía, ladrones búlgaros, chapas perdidas,

aves de fuego debajo de una colcha hortera,

sabor a momento que absorbe la noche entera,

del polvo a querer ser en tí eterno exiliado.


III

Y cuando me encuentro

entre tus recuerdos y la nada,

cuando surge el momento

del inevitable veredicto

entre los restos y la lava,

me veo a un lado, a tí adicto,

y me veo a otro, hecho de miedos aún invictos,

hecho trizas de tanto mirar a la cornisa

donde te pierdes y todo va siendo ceniza


IV


Y soplo la hoguera como un condenado

mientras sonrío a la ironía de la vida,

porque a mí ya ni mi propia aorta me fía

pero no me canso de prestarte aire

para que ni medio instante muera.





(Porque al fin y al cabo siempre guardaré

aquello para lo que no existe palabra alguna,

y sólo por eso, señores pesimistas y desagradecidos,

merece la pena el paraíso que evoco una y otra vez

escondido donde nadie ve brillar a la luna,

donde en silencio nos mece lo vivido,

para que por fin podamos ser y hacer,

sin miedo alguno, sin lastres, sin dudas)