25 febrero, 2013

SIMPLE (III)


Hay una mano esquiva entre el frío y la caricia;
muda su piel el ángel
mientras cien demonios internos le desquician,
pero aún cree en alguien
y guarda una bala para el tiempo y su avaricia.

Que pasa la vida y mueren células intangibles,
no sé si nos matará nuestra voluntad
pero seguro que nos hace ser un poco más libres.

Con los pies en el suelo y el vuelo de cada pincelada
¿Coge impulso el ayer por sí solo
o eres tú el portero que siempre le regala una entrada?

Perdiste la cuenta del aforo, nadie te impuso una cifra,
repartes flyers a todo aquel que te ofrece una sonrisa
y terminas fuera, viendo el resultado desde la cornisa...

Con la redención del francotirador y la mirilla hecha trizas.

24 febrero, 2013

SIMPLE (II)


Caminamos por la playa,
pero nunca llegamos a las rocas...
Eres reflejo de una marea,
subes, bajas y dejas botellas rotas
con mojados sueños de locos
que descifro entre nuestras bocas.

Soy la fracción de vida
detenida sobre ese extraño universo;
solía quedarme arriba
mirando y temiendo, perdiendo el tiempo
describiéndolo en un verso…
Ahora callo y dejo que él me escriba.

Y ser hoy palabras inexistentes
que nunca nadie reconocerá,
adverbios circunstanciales
de lo que sólo tú y yo conocemos
en cualquier tiempo y lugar,
sin que exista modo alguno
de podértelo explicar.

SIMPLE (I)



Hablando entre el humo con un tal Willy Wonka,
con cartas marcadas por el suelo repartidas;
mandíbulas en duelo tras la carcajada tonta,
muchas partidas jugadas y ninguna perdida.

Porque es grande la mueca de un amigo que sonríe,
el abrazo de un padre, algún consejo que ayude...
Es inmenso el instante en que lo bello sucede
a pesar de que lo nublen los constantes desafíos.

Y las notas que explotan, un último baile
antes de que la luna adormezca éste día,
y los ojos que brillan cercanos a alguien,
tan cerca como yemas acariciando su utopía.

06 febrero, 2013

FRAGMENTOS (VII)



Hay recuerdos capaces de destruir idiomas y abecedarios,
aún tachas con tus labios cada día de aquel viejo calendario;
mares y tesoros profundos donde fuimos náufragos y corsarios
y cartas en botellas por las que fui tu más sincero emisario.

Pasan los años y te veo de cuando en cuando, poniendo las cruces;
pasan los años y pienso en olvidarte, pero me siguen faltando luces.

Sabiendo que hay un código hecho de intrigas entre el amor y el castigo,
haciendo imposibles cálculos atado al vértigo de mi libertad bajo tu ombligo...
Y los latidos pródigos llamando al postigo que da a los sueños escondidos. 


Porque lleva el corazón veinte tiritas, ocho corazas y cuatro abrigos,
pero de nada sirve, hay algo que traspasa y siempre termina contigo”.