Hablando entre el humo con un tal Willy Wonka,
con cartas marcadas por el suelo repartidas;
mandíbulas en duelo tras la carcajada tonta,
muchas partidas jugadas y ninguna perdida.
Porque es grande la mueca de un amigo que sonríe,
el abrazo de un padre, algún consejo que ayude...
Es inmenso el instante en que lo bello sucede
a pesar de que lo nublen los constantes desafíos.
Y las notas que explotan, un último baile
antes de que la luna adormezca éste día,
y los ojos que brillan cercanos a alguien,
tan cerca como yemas acariciando su utopía.
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