22 septiembre, 2010

Junco

Cuánto hace que no te desnudas
ante tus propios ojos,
sin caretas ni espejos,
y te amas sin una sola duda.

Déjame sentir mi cuello
entre los dientes de tu bestia,
quiero un ahora tan frágil
como el tumulto de mis deseos,
ser simple carne y hueso.

Nunca sabrás lo que siento
cuando me ata a esas rejas,
cuando no puedo mirar al cielo,
cuando el miedo venda mis ojos.

Nunca sabrás por qué me río
cuando me mira el poderoso;
él perdió tanto el norte
que está totalmente convencido
de ser un ser omnipotente
que todo lo puede doblar.

20 septiembre, 2010

Hiperrealidad (I): Máscaras

En un mundo-teatro como éste

no es rara la farsa desde la obertura,

aquí ningún farsante se presenta

y al final todos alegan falta de cordura.


El egoísmo no es libertad,

solo una oscura abreviatura

que si te puede esclavizar

sin dudarlo se apresura

y a cambio sólo te dará

kilos de futura amargura.


Compartir no es una simple asignatura,

hablar de amistad y amor desde las alturas…

No sé por qué presumes de tanta andadura

si cada paso y cada letra de tu aventura

son parte de un guión más falso que Judas.


Personas-basura con vidas-basura

fabrican heridas, te venden la cura:

teatro de mentiras, palabras-tortura.

Verde esperanto

Antes de que el agua llegue a las alcantarillas
intentaré atrapar la última gota del cielo
entre los relámpagos que iluminan éstas calles
donde ni dos almas se conocen.

15 septiembre, 2010

T.O.C.-T.O.C.

Me dolió tanto todo que ni sentía aquel alargado metal. Pasaban las semanas y cuando no arrastraba ya dolor alguno y mi carne estaba harta de ser violada por tanto veneno noté que sencillamente no era capaz de sentir nada. Solo una especie de paz periódicamente hambrienta, como si el mundo fuera irreal y mi placentera ilusión estática la verdad más absoluta.

Era la primera vez que iba a un especialista, a escondidas de familia y amigos, y fue la última. Su primera recomendación fue demasiado simple: "No te preocupes, es solo una pequeña enfermedad, más común de lo que crees; por el momento tómate esto y dime qué día de la semana puedes venir a partir de ahora".

Esa hija de puta me dio una maldita receta mientras se frotaba las manos por haber conseguido otro cliente más, tan enfermo para su doble moral como la necesidad que había adquirido ella de vivir como una Diosa material saqueando a quienes trataba como simples y siempre “recetables” iguales.

No escuché ni una sola pregunta que viniera al caso. Ella me dejaba hablar y hablar como quien oye llover sin escuchar una sola gota. Yo sentí tan claramente que se la sudaba lo que mi vergüenza le había ido a contar que ni a ella pude explicarle que toda aquella historia había comenzado con la más dulce historia de amor y había terminado con una serie innumerable de puñaladas que, mientras yo luchaba porque acabaran y todo volviera al principio, me habían dejado completamente desangrado en el suelo de mi hasta entonces inocente y orgulloso afán de demostrar que todo es posible si antes se ha soñado.

Así que me volví con las mismas a la calle y pensé que quizás aquello no tenía solución. Pasaron los días, cada vez más jodido, hasta que llegó el momento de la escapada. Fui a Turquía como quien va a un centro de desintoxicación y, por suerte, salí de Turquía como si nunca hubiera necesitado centro alguno. Suerte de conocer aquel lugar, de olvidar el malestar de mi cuerpo, el deseo insensato, las ganas de buscar… Todo, por muy jodido que, creedme, fue. Me salvé principalmente porque aprendí a ser con los demás de nuevo, mientras olvidaba cómo fui sin querer antes. No creo que sea necesario decir lo agradecido que estaré siempre a aquellos simpáticos bastardos, tan surrealistamente cabrones e involuntariamente inocentes como yo. Como decía, salí de allí como nuevo.

Hasta esta última semana no había vuelto a sentir lo que esa enfermedad, tal y como auguraba la euro-psicóloga, podía hacerme. Por segunda vez, aunque mucho más leve, he sufrido el mismo comienzo. El hecho de que algo me hastíe o de que alguien, sea un amigo, una amiga o lo que sea que sea, me falle y haga daño, debería ser motivo de enfado, de llanto, de huida, cabreo, decepción o mil cosas, pero nunca de auto-tormento. Del hecho a la idea, de la idea al dolor, cada vez más grande, como si al entrar en mi cabeza esa idea masticara mi cerebro y creciera con total libertad, por encima de mí y de mi voluntad. Ya no recordaba que era eso. Entre la movida personal y la académica ayer sentía que aquella maldita historia se iba a repetir.

Pero ésta vez, salvo las horas de insomnio, el ir y venir de ideas con la cabeza a doscientos por segundo sin poder decir palabra y un instante de pagarlo con cualquiera, conseguí escapar. Ningún metal, ni un solo miligramo de veneno, ni media gana de destruir o destruirme. Como si empezase a infravalorar lo que hay que infravalorar y no de nuevo a mí mismo. Nada. Cuando anoche por fin pude dormir había llegado a la conclusión de que hoy acabaría con todo ello, recordé aquel viaje y pensé en qué es lo que ésta vez me traería una sonrisa. Y aquí estoy, con un correo electrónico recién enviado que mando al tutor del doctorado a tomar por culo, con el rencor reducido a cero y, muy importante: con ganas de leer las decenas de libros pendientes, buscar toda la información que el puto doctorado no me dejó buscar y de verdad me interesaba y llenar los cientos de folios que vienen tras ésta “en principio” nota de final de una etapa y comienzo de otra que intuyo tremenda. Hay días que me llamo Orgullo. Cada vez me cuesta menos levantarme.

Y cuando oiga sus golpes en la puerta… T.O.C. - T.O.C …. le dejaré por debajo una nota muy clara:

A mí no volverá a cambiarme éste puto mundo.

13 septiembre, 2010

Bloqueo

Tirar del baul de los recuerdos y colocarlo aquí como si todo fuera eterno está bien, pero a veces uno se hace preguntas. Hace ya dos meses que no escribo nada, salvo aquello de la coraza. ¿Será que de tanta razón y tanto ponérsela el alma se oxida? Agghhh!! Hay días que me llamo Ansiedad.

09 septiembre, 2010

No sé decir "Forgotten"

Intento enviar cada gota del cielo a tus mejillas,

y que sople un viento hecho de muecas en tus labios,

por si aún no tienes claro cómo llueven los recuerdos,

hace poco sonrieron al volver a aquella playa.


Siento tan lejano como profundo cada latido,

enterré ese loco músculo dentro de una vieja lata

y finjo no saber que el hijo de puta sigue vivo

aunque sus ecos en el hueco de mi pecho aún me matan.


Ya no duele el color de la heroína entrando por mi tobillo

ni el miedo a tu dolor que tragaste con esas pastillas,

el camino dejó de ser reunión de pelusas en el pasillo,

quizás por eso de nuevo busco tu mirada en la orilla.


Cuando nada espero, cuando nada llega,

mientras me calienta el fuego

de otras preciosas musas y quimeras,

vienen en estampida los recuerdos

o el solo a veces perceptible traqueteo

de quienes no están hechos para olvidar.