Ella es alegre y honda,
la noche y el día en una montaña rusa,
con la frágil fuerza
de las inocencias que quedaron inconclusas,
nostálgica primavera
y esperanza en tromba, agitada pero no confusa.
A veces solo parece, por no preocupar,
otras ríe sin medida la vida con su lupa...
Y la ríe como si nada, por lo que pueda pasar.
Fiel recuerdo de su forma de cantar,
tan natural, tan viva, tan eterna
como un otoño a ras de hojas caducas.
...
Tiene ojos de tonta alegría
y ojos de echar de menos,
ojos de furia repentina
y ojos de apagar el fuego.
Los párpados de un No Importa
y las pestañas de un Te Quiero.
...
La sonrisa de un ángel,
que, pase lo que pase, ahí estará,
y aunque uno se lo calle
me siento reflejo y aprendiz de esos ojos,
afluente de su misma sangre,
testigo orgulloso de su caminar.
En este extraño paseo,
donde a veces me hundo,
el más precioso de los recreos,
bandera verde de mi mundo.
...
Sol de mi sangre
siempre en el horizonte,
sea cual sea el rumbo.