30 junio, 2010

Sharif- A ras de sueño (2010, Muffin Records)


Creo que nunca había recomendado nada por aquí, porque tampoco me considero quién para hacerlo, pero Sharif nos ha regalado con A ras de un sueño una verdadera obra maestra, e independientemente de que te guste el rap o no, sólo por el contenido lírico del disco ya merece la pena.

Ya seguía a éste tipo en Fuck Tha Posse y sobre todo Tr3s Monos. La ruptura de éstos últimos me dejó la sensación de tener un futuro espacio vacío en mi música. Es más, las expectativas puestas respecto a su último disco, Tr3s Monos Conoce a Simone Staton, eran enormes; un disco que no salió y que espero que, ya que tienen bastante grabado, nos lo regalen aunque sea incompleto en algún momento. El tema conjunto que Sharif se marca con Pablo, El Exilio de mi folio, para mi gusto el mejor del trabajo, deja constancia de la fuerza que tenían como grupo.

No obstante, en solitario Sharif no sólo ha salido airoso sino que ha demostrado que puede ser incluso mejor mc, uno de los grandes del panorama español. La declaración de intenciones del primer tema (Al borde del precipicio, producido por Hazhe) es en sí una de esas cosas que quieres rebobinar antes de que acabe porque sientes que aún no la has degustado suficientemente mientras deseas escuchar lo siguiente. Una encrucijada, vaya. Si dejas los tracks y saboreas el disco de principio a fin verás a un poeta muy maduro y a un mc muy versátil. No sólo en las canciones tranquilas y profundas, marca de la casa; Con la música a otra parte y Ese raperito de la tele, dos temas más animados con historias comunes, recuerdan el buen rollo de Adán, ese tipo de tracks que dan un respiro a la densidad y el equilibrio justo a una obra que en conjunto inspira paz, sin que dejen de ser por ello grandes canciones. Todos hemos conocido y echado más horas que en casa a algún antro como El Buscón, y todos sabemos quiénes son esos raperitos que aparentan tanto como se auto-engañan.

De cualquier forma, lo que vuelve a hacer a Sharif el increíble son los temas más profundos del disco, poesía viva cantada suavemente sobre ritmos con reminiscencias de jazz y soul. Volviendo a El Exilio de mi folio, es un placer escuchar una de las cuidadas atmósferas a las que nos tiene acostumbrados Lex y a los otros dos monos dejar sobre él elegantes juegos de palabras y significados…“Niña, no es por la moda, es por la soga que te ahoga, por lo que toda mi generación se droga, es por las horas que el triste reloj devora, y por la sola soledad desoladora”…. Lo mismo ocurre La aduana de crecer, Dedicación y Canela en rama.

En cuanto a la música, qué decir. Tanto Hazhe como Lex Luthorz están tremendos y la aportación de Ferrán MDE a otra de las canciones claves del trabajo, 30 monedas, es muy grande, el beat que más me ha sorprendido (teniendo en cuenta que en conjunto es un auténtico pepino). Y si bien en un principio pensé que iba a echar mucho de menos una mayor presencia de Lex a las producciones, por una simple cuestión de estilos, Hazhe, después de dos trabajos que me parecieron bastante flojos (su proyecto internacional Universal Languague y, aunque menos, pero sí algo decepcionante, Nucleares con Sicario), ha sabido crear ritmos cojonudos que a Sharif le han venido, a la vista de los resultados, como anillo al dedo. Música bendita es un buen ejemplo de cómo han sabido acoplarse.

Como únicas pegas que haya encontrado, cierto desequilibrio en la masterización de los temas, en Sin perder la compostura la letra, de nuevo enorme, pierde mucho por la monotonía que Sharif le imprime y el beat de Miedo, que deja bastante que desear respecto al nivel general de las instrumentales disco. Y, ya siendo egoísta, me parece un trabajo que se hace breve y donde se habría rizado el rizo con alguna colaboración inesperada, especialmente de Rafael Lechowski, y con que Xhelazz no limitase la suya sólo al estribillo.

Pero, en resumen, Sharif se consolida como exponente en la línea de otros raperos realmente buenos, capaces de dotar a su música de auténtica poesía, como son Lechowski, Juaninacka ó Rapsusklei, por poner algún ejemplo, aunque para mi gusto (por supuesto, la calidad lírica, como tantísimas otras cosas, no se puede medir) con éste trabajo les supera a todos. Y nada, lo dicho, aquí dejo el enlace del disco y de la página del sello Muffin Records.

http://www.megaupload.com/?d=M6MGJ9C2

http://www.muffinrecords.com






28 junio, 2010

Teorema de la lengua larga [2097 d.c.]

- La sangre al aire libre resulta mucho más bella ¿Lo sabías?- Observa Kurt, haciendo gala de un criterio estético exquisito.

- Te juro que no sé nada- Le contesta el pobre esperpento.


Tras la mentira se paraliza. Es más que evidente que ninguno de los dos ha quedado satisfecho con su reacción, y aunque guarde un pequeño atisbo de esperanza, él sabe que en pocos segundos su existencia puede pasar del verde al negro sin ni un solo rodeo en el absurdo círculo cromático de su ingenuidad. Siento el temblor de toda esa carne caliente y adquiero un brillo especial, a pesar de que en principio es sólo rutina.

De nuevo, hemos salido en mitad de la noche para arrancar latidos a los callejones más enrevesados de ésta ciudad donde todos andan con una prisa hecha de cadenas. Y, la verdad, el miedo no le va muy bien al olor a cronómetro inyectado que destilan todos estos jodidos bastardos. Por eso cada vez nos resulta más fácil encontrarles. Reconocemos el miedo por cómo cuando la tenue luz delata sus sombras creen tener, según caminan, amenazas con sabor a guadaña pisándoles los talones. Se advierte en esa repulsiva mueca de cobardía extraída con el sacacorchos de una atmósfera que se ganaron a pulso. Es entonces cuando su rostro, pintado de espasmo, les delata, y sólo entonces siento el cosquilleo que precede a mi más deseado instante: el breve susurro del acero que escapa para atravesar su carne frágil y romper los escondidos huesos.

- Yo tengo toda la noche y tú no tienes muchas opciones-Apunta mi jefe cuando han pasado ya más de quince segundos de silencio, y compruebo, otra vez más, que cuando Kurt suelta algún axioma inquebrantable se siente mucho más relajado. Acto seguido marca el punto y final de su siempre escueta capacidad de conversar- Dime lo que quiero saber y puede que sólo te deje sin fémur.

El muy infame no puede mirarle a los ojos. Sus pupilas se zarandean como si pretendieran escapar, con un agónico parpadeo que muy de vez en cuando, de forma refleja, las deja frente a mí para que pueda vislumbrar lo inevitable, la orden, su futuro dos segundos después de decir lo que no debe. Sin embargo, permanece callado, esperando, hasta que el frío, el miedo, su condición de bastardo, mi imponente figura o a saber qué le juega una mala pasada y se le escapa la dichosa frase. “Ha sido tu hermano”. Un dedo contrae mi extremidad más mortífera, me obliga a susurrarle lo que ya temía…


…Habían pasado ya más de quince minutos desde que Kurt me sacó de mi ratonera y, sinceramente, la bala me salió del alma. Cayó de inmediato, como un muerto. Nunca mejor dicho. Un encargo condicional. O mato yo o matan a mi jefe, que al fin y al cabo es el único que me conoce. La mirada del lenguaraz me importó poco. Él quizás pudo haber pensado lo contrario. Inepto... Como te contaba, cayó de inmediato. La bala tuvo tiempo suficiente para jugar dentro de su cerebro, machacó hasta la última neurona y pensé que a partir de ese momento, si alguien conseguía sentarle en el sofá de su casa, aquel hombre podría ver la televisión con una tranquilidad inalterable. En el fondo soy una bonachona. Aunque nos había revelado quién robó a Kurt la garrafa de agua, no era más que otro miserable chivato sin ningún tipo de integridad ni principio y, créeme, lo merecía.

25 junio, 2010

La última carta

Aquella mañana la casa le parecía mucho más grande, como si todo espacio fuera inmensidad. No había nadie con él y a cada paso cruzaban tras de sí pelusas del tamaño de su nostalgia. Javier iba de un lado a otro sin más propósito que pasar página, pero el folio estaba en su cabeza y allí, bien lo sabía, a veces se escribe con lágrimas cuyo mayor defecto es que es imposible borrarlas por propia voluntad y más aún pretender solamente ojearlas.

Llevaba ya un rato lloviendo a cántaros aquella tinta. Sin que diera tiempo a digerirla, se materializaba en sus ojos y descendía por su cara, caía sobre su camiseta o directamente al suelo y, a ese ritmo, en unos minutos tendría que ir de uno a otro confín de la mansión buceando. Tras la última vuelta para buscar en cada una de las fotografías donde apareciese su padre el trozo de memoria desterrada que le estaba matando, Javier sintió que no había nada que hacer y todo el pesar cayó sobre su corazón, donde por primera vez sintió que tenía una estrecha lata y si los latidos seguían atrapados, presionándole de ese modo, no podría soportarlo.

Decidió, cuando ya creía que era la última posibilidad de volver a respirar, buscar su alivio en la única habitación en la que, a pesar del paso de los años, aún no había sido capaz de entrar sin que se le cayera el mundo encima. Un pequeño cuarto donde su padre había pasado horas y horas escuchando música, fumando, escribiendo y jugando. Entró y, al encender la luz, allí estaba todo. Cubierto de polvo, pero todo seguía allí. El equipo de música, cientos de vinilos cintas y cd’s que muchas veces habían escuchado juntos, el viejo ordenador, la mítica alfombrilla de El Jueves, la caja donde guardaba su pipa, el tabaco ya totalmente seco, antiguas revistas y una bola del mundo. Javier se quedó un rato de pie, inmóvil, intentado recordar. Se sentó en la “silla de las visitas”, como bromeando él y su viejo la llamaban porque parecía un consultorio de tres al cuarto, intentando de nuevo encontrarle. Escuchó música, leyó uno de sus relatos, jugó a sus propios juegos ... Pero por más momentos y momentos que vinieron a su mente, faltaba siempre lo que ese día necesitaba como nunca hasta entonces había necesitado, quizás pensando que sería la última oportunidad. Así que rompió a llorar de nuevo, ésta vez en silencio, rendido, sin esperanza. Y ya roto pensó , antes de irse de allí, que era el momento de escribirle la última carta.


Creí que no habría un día tan triste en toda mi vida como cuando cerraste los ojos por última vez, pero hoy me he dado cuenta de que no recuerdo tu voz. Te he pensado durante horas, he intentado volver a cualquier momento, y nunca había sabido a qué saben las putas lágrimas como ahora mismo. Aterrizó alguna en mi boca y estuve un buen rato cabizbajo, tragando y tragando y no desaparecía. No sé pensar en nada más, sólo buscar tus palabras y que venga a mi cabeza algún tono reconocible. Encendí la luz de esta habitación en la que no suelo entrar porque la silla está vacía, esperando que al poner uno de tus vinilos reviviera cualquier instante compartido. Pero la sal en mi lengua era solo un retén, y sentarme enfrente de la nada no sirvió de mucho. Lo mismo pasó con tus libros, tu ordenador, tu pipa y tus fotografías.

Sabes que siempre fui un ateo sin remedio; no sé por qué en ese maldito invierno empecé a pensar que quizás existieran los ángeles, materializados en el eterno recuerdo de los que se fueron. En tu eterna imagen y tu eterna voz. Pero las imágenes no dicen tanto. Ahora mismo siento que tus fotografías no dicen absolutamente nada. Tengo ganas de tirar ese marco al suelo y pisarlo por si me devuelve a mi ángel. Cambiaría todas tus fotos por un sólo recuerdo. Con uno me basta, aunque fuera durante unos segundos. Porque es el día más jodidamente asqueroso de mi puta vida, y siento que ya no existes de verdad. Que esa mierda de tumba donde te metieron, que nunca he ido ni iré a ver, no oculta nada, que no es ni tan siquiera un pequeño resto en mi memoria. Que es ahora cuando me doy cuenta de que aquella mañana te perdí para siempre.

Y me odio, me odio como nunca me odié, porque no pensé que era lo único que nunca soportaría olvidar, y lo he olvidado. Y no sé por qué cojones te escribo y te pido que vengas, si eso de los ángeles es otro puto invento de mierda que me creí para pensar que siempre podría escucharte decir que estarás conmigo pase lo que pase.