30 noviembre, 2009

El principio de...algo

Todo ocurrió a medianoche. Quizás un poco más tarde, no estoy seguro. No importa. Inmediatamente antes mi oído era paz sobre el ombligo de un ángel mientras veía a nuestras manos reconocerse sin apenas rozarse. La burbuja se rompió y lo siguiente que recuerdo es que nuestras piernas se balanceaban sobre la luna.


**De aquí tiene que salir un relato. Y punto.

23 noviembre, 2009

SOY (II)




Soy reflejo de esta noche sin final...

Segundos riéndose del desamparo

se suceden como un brutal disparo,

encajan en sus trajes de balas,

luego se mojan mis párpados

y cuando su opulencia resbala

tiempo es sabor a pólvora,

olor a una cruda metáfora,

esperar que apunten y digan YA.


Soy el eco de un grito que escapa

antes de que el miedo le atrape

con cualquier incruenta trampa,

grito que ves alejarse y te alivia

aunque vuelva con más fuerza,

recto, a matar esperanzas,

a devolverte a otro presidio.


Soy el aliento tras la última palabra,

quizás un te quiero,

o un duro adiós;

puede que, peor,

el último silencio

lleno de secretos latentes

o harto de la soledad más triste.


Soy el beso que te sabe a ella

cuando somos lo que es nuestra piel,

infiel a la mente, adicta a la miel,

destronada del cerebro,

querella distante,

no hay nada que hacer.


Soy lo que no quise,

deseo perpetuo de lo invisible,

deseo insensato, segundo libre,

que de repente huye.


Soy el recuerdo de un mañana,

la estructura inédita

para máquinas y plásticos,

futuro en pretérito,

extraña primera plana en blanco,

crímen satírico en el ático,

versátil violación de la norma.

18 noviembre, 2009

Tus mentiras

No sé qué quieres de mí,
dejando "peros" tras un amén
como si fuera un crímen
respirar cada fugaz momento.

Quién es el loco,
siempre buscando educar,
siempre pidiéndome más
de lo que no soy.

Quién eres tú
para juzgar mis pasos
como si fueras un dios,
pisándome sin pausas
bajo los aplausos
de tus putas cruces.

Cuándo esperas
que yo me canse de gritar
y arremeter contra mis penas
¿Cuándo? Dime cuándo esperas
que reniegue de mi infierno
si no consigo reconocerme
sin éste veneno letal.

((En la planta de toxicómanos
no todas son víctimas,
tú les ofreciste mentiras
y ellos encontraron otras
que les gustaban más...
Nada tan legítimo))

14 noviembre, 2009

Mi susurro es una bala

Mi susurro es una bala

- La sangre sobre la nieve es más roja ¿Lo sabías?

- Te repito que no sé nada- Contestó, dejando ver que sufría el bloqueo del débil.

Se paraliza. Siento sus temblores y adquiero un brillo especial. Otra noche más, jugamos a arrancar latidos en los callejones perdidos de ésta ciudad apestosa donde todos andan con una prisa hecha de cadenas, y nuestra nueva víctima es demasiado consciente de ello. El miedo no le va muy bien a su olor a cronómetro inyectado. No puede mirar a los ojos de mi jefe, que permanece callado, esperando. Sólo puede mirarme a mí, vislumbrar la orden, su futuro dos segundos después de volver a decir que no sabe nada. Pero el frío juega malas pasadas, y se le escapa. Un dedo contrae mi extremidad más mortífera, me obliga a susurrarle lo que ya temía.

09 noviembre, 2009

Fisionomía del miedo



En el laberinto juegan todos, a veces demasiado. Futuro, presente y pasado vagan ebrios, hablando de caos y soñando con nadas que nunca recordarán, aunque a veces crean que son algo. De vez en cuando alguien cae en que cuando una mirada se carga de odio y miedo es sólo una cárcel, y deja una pintada en la pared que habla de esperanza: nada más irreal que una cárcel.
Justificar a ambos lados

Pero allí arriba una tormenta ríe con opulencia y mueve cuerdas. Algunos las notan y otros sienten también como tiran de ellos hasta escuchar el eco de su propia sangre. Quizá jueguen con nosotros, piensa un filósofo. Un rayo mató a Sócrates mientras hablaba de la verdad. Ahora le vigilan a él, por ser también un escéptico sin remedio. Pero, después de todo, las cuerdas le hacen callar. Como a muchos otros, el miedo le arranca la palabra a cambio de angustia. Un mal trato.

Y el laberinto crece y crece, hasta que mastica la esfera. Entonces el miedo se siente dueño y señor, y todos giran como gusanos en la inmensa manzana. Desde su tormenta les habla de producción, recursos y dinero. Poco a poco éste ve cómo el tomo de papel marcado llega hasta sus pies, y juega a lanzar algunos billetes al aire, a ver quién es el más avispado. Resulta. En sólo unos instantes de lucha hay tres millones de gusanos muertos - buena cifra a su parecer- , y un millonario. Entonces llama a éste último y le pide que escale la gran montaña de dinero para hacer negocios. Cuando el afortunado está llegando a la cima, resbala entre los papeles y cae. Sus billetes quedan atrapados en la espiral. Dentro de un rato, el miedo jugará de nuevo.

Entre tanto, a la estación sin viajes de ida llegan los pasajeros, gusanos pródigos, sin sus seres queridos, a buscarse la vida. La gran manzana, dicen, es un buen sitio para prosperar. En cambio, el final de la jornada nunca llega. El reloj perdió sus agujas y el tiempo se derrite con saña intermitente. Nadie sabe cuánto tiempo lleva dando vueltas; tampoco cuándo ni cómo podrá volver a casa. Y la tormenta ríe, juega, al son de sus cuerdas, mientras envía a sus esclavos a limpiar los muros que hablan de esperanza.