27 septiembre, 2014

ESPERANTO EN PROESÍA (II): CLICK

A veces despierto en el sofá y, mientras hago café, sonrío pensando que la cama ya está hecha. Subo las persianas, enciendo la radio, BLABLABLA, apago la radio, pongo el primer disco (suele ser el mejor) de cualquier grupo y me ducho también en el salón para que el sofá no se ponga celoso.

El salón es el sitio perfecto para hacer el gilipollas, como la plaza del pueblo, la cola de la pana/frut/pes/carnicería, cualquier escenario donde se lleve sobreactuar o, culmen de la decadencia social, el plató de televisión donde discuten cerebros con billetera más desordenados que la conciencia de un antidisturbios.

Abro el tenderete y cuelgo un calendario de 2019 que sigue empapado de ayer, cuando me dio por menos pensar y más vivir. Que cuando más llueve es cuando me da por salir; después vuelvo y me seco acurrucado, mientras mil gotas se dan de ostias contra la ventana. Les hago burla como si fuesen una versión noventera de mi hermana, y pienso con mi neurona mexicana “Ahorita sí”. Es ese, justo ese y no el antes, el después, ni el ahora que (ahora) (ahora) (ahora) rápido se acaba, el momento en el que más me gusta escribir.

Como si algo o alguien tuviese un ratón conectado a tu cabeza y de repente le diese, CLICK. 

El café ya huele a armonía simple y perfecta y esos dos pósters me recuerdan que hay ciudades en océanos y cielos que aún no he visitado ni imaginado a mi manera. Una genial fotografía con una TDK rota me recuerda que a veces no rebobinas ni con Bic, pero esta noche hay concierto y cuando ese viejo tema suene botaré como si Sí.

Enciendo un cigarro, abro el cuaderno, la tinta de ayer se ha corrido y ahora es verde, color Savia nueva. No sé qué palabras tapa esa enredadera, pero subo a ver adónde me lleva. Con el bolígrafo en la boca y los ojos bien abiertos, se me tensan los brazos, el estómago y, según subo, caen los 317 post-it de tareas pendientes que tengo pegados en las suelas. Son amarillos y saben que no cuela. 

26 septiembre, 2014

ESPERANTO EN PROESÍA (I): VOMITANDO EN GOTHAM

Ya apenas quedan treguas en tu coño, y la guerra se parece, cada vez más, a un genocidio múltiple sin barricadas, como si las razones de quienes un día me llamaron loco se hubiesen vuelto universales. Ya apenas quedan gemidos en el cabecero de tu cama, al menos de esos que a ti te saben a sincericidio y para mí son bella poesía. Y en la escasez de tu voz y la multitud de mis silencios, me siento cada vez más contradictorio, cada vez más solo y abocado a falsas suposiciones... Si hoy apenas nos comprendemos ¿De qué nos sirve la mutua compañía?

Siempre fue así. Hoy eres tú la cuerda floja y yo quien intenta hacer equilibrio y se da de ostias contra el suelo que tiende la cruel verdad. Ayer fue al revés, y esos cristales que me encuentro en cada caída parecen una venganza, cuando probablemente sean casualidad en la fría tarima que a veces nos tiende el karma.

Dile a la reina de corazones que guardas dentro que me olvide. Nunca aceptaré órdenes y menos si están congeladas en un laberintos donde no tengo esperanzas de ver el cielo. Recuérdale que ya sé de las artimañas que nos depara el ego. Que según te veo por la calle Tentaciones saco un primer plano y le prendo fuego.


Que ya lo intenté y van muchos años de lucha contra ambos, Tú y Yo, y termino apagando mi propio incendio desde los sutiles dedales para puntos de sutura donde es cada vez más difícil coser mis enfrentados hemisferios: sinecuarzión y creactividad. 

No le des al autocorrector, que otra vez te vas a equivocar. Sobre cuánto te quiero, y cuánto me desmonto cuando tú dices siempre Ahora y yo ahora interpreto Siempre en la cena para idiotas que cada noche convoco/as entre las fronteras de Gotham sin miedo a vomitar.

23 septiembre, 2014

DECÁLOGO DE LO (A)SOCIAL (VI): VENDIDOS

El periódico anuncia un nuevo pacto
que perpetúa la distopía;
en la tele te engullen con imágenes
y en las redes millones de cápsulas
desenfocan la realidad
bombardeando con ajenas perspectivas
que enmudecen a quien grita. 

Ya no hay un objeto claro que mirar
si te hablan de cadenas;
ni la suficiente distancia
para que veas el problema
con una mínima y necesaria subjetividad.

Cámaras perdidas en tiranas ecuaciones,
el salón es escenario de otra cena para idiotas;
confabulan tecnócratas y reinas de corazones
para que el ego y el rencor exentos de humanidad
obtengan la mayoría que los tiranos compran.

Y en las entrañas del laberinto
unos pocos se encuentran
justo donde tú te pierdes:
unos envenenan la manzana
y otros tan sólo muerden.

Lo malo de cualquier circo
es que si eres raro te encierran,
si no pagas no entras,
si no sonríes desconfían y te echan,
y en cualquier caso tú pierdes.

Y pocos se quedan fuera
haciendo malabares con fuego
y fumándose carcajadas 
sin miedo a una enmienda
impulsada por quienes cuecen
todo lo que su nada enriquece;
esos muchos que siempre te comen
pero por dentro nunca crecen.

Pocos dicen quererte sincero
y, de esos pocos, muchos te mienten.

21 septiembre, 2014

ALBA

Cada vez que me hablas
veo un puente entre tu boca y la mía
que da vergüenza cruzar;
miro a ver si por debajo
me tiro de cabeza y cada certeza
se vuelve caballito de mar.

¡Qué difícil galopar!
Con las espuelas del tímido
clavándose nada más empezar a trotar;
pasé de sólido a líquido
y según me derretía
empecé a cagarme en la libertad.

Dime qué me das,
sin apenas conocerte,
si esto antaño no me pasaba
y solía navegar
incluso con sirenas trasnochadas
en la barra de cualquier mar.

Será esa creciente capacidad
de desnudar los mismos problemas
con un golpe de mano:
abrir el puño, articular los dedos y a gritar.

Que a mí ya me fusilaron al alba
y prefirieron volver a olvidar,
pero tengo una caseta en cada cuneta
para celebrar la agridulce victoria
de haber aprendido a rechistar.

HIELO

A menudo despierto sudando 
en los amaneceres fríos 
de las sábanas tiradas por ahí. 

Odio soñar congeladores llenos de fuego, 
latas enterradas con músculos despiertos, 
cajas de zapatos, bolsas de basura 
y ataudes para recuerdos, 
cosas que uno encierra para no volver a abrir. 

Bostezo y froto mis ojos... Aún da miedo 
seguir tan metido en la sala de animales de hielo 
que para olvidarme pulí; 
uno cada vez 
y todos muy parecidos al primero, 
con esa arruga disimulada entre la frente y los tobillos, 
que con un punzón maté, creyendo que me iba a sobrevivir. 

Dónde está el conserje 
de mirada inquisidora que guardaba el llavero 
y me alejaba a ostias de allí 
cuando me veía rondando ese invierno, tentado a repetir. 

¿Sería yo mismo? 
Que incluso disfrazado caí 
en las dudas del doble filo de atreverme a prohibir; 
que entré y me ví, inmóvil pero vivo, 
en cada una de las estatuas 
y tuve que correr por si me congelaba también a mí. 

19 septiembre, 2014

MIEL

(I)

"Míralos,
como si el cuerpo no les pesara
y debajo suya quedase el tiempo.

Si se cansan
descienden y se posan
sobre la calma 
que crece de las raíces
para darles un nuevo aliento.

Y de nuevo arriba;
a veces visitan nubes
otras vuelan a ras de suelo.

Así es la vida, hijo,
elijas lo que elijas
nunca dejes que los vaivenes
ni las coartadas ni los espejos
llenen tu alas de miedo.

Para, si ves que no puedes,
respira
y recuerda qué las mueve
antes de retomar el vuelo"

(II)

Los pájaros echaron a volar;
hace años de aquello, 
desde tus ojos color miel 
me enseñabas a mirar,
yo les seguía boquiabierto,

Qué fácil era
ver cómo mengua la luna 
con tus dedos señalando constelaciones 
en la segura calma de nuestra duna,
con una mano hundida en arena 
y la otra agarrada a la tuya. 

Qué simple,
desde tus pupilas aventureras 
ver un mar sobre el desierto 
y sumergirnos a observar peces 
de colores casi eléctricos. 

Hoy yo soy tierra bajo aquel mar 
y tu memoria 
está hecha de pedazos de cielo; 
si supieras
cómo me obligas a reflotar 
para honrarte los recuerdos...

Los pájaros echan a volar, 
les intento seguir
como entonces me decías,
pero no siempre puedo 
y vuelvo a tus ojos
para mirar desde las uñas
de nuestras viejas entrañas
y arrancarme el puto miedo.

Si acaso llorar como entonces,
despojando a las penas de profundidad, 
una rabieta y hasta luego.

(III)

Hoy he sobrevolado aquel lugar
y a la altura de una extraña isla
con forma de boca,
a cada segundo cambiante,
el tiempo ha parecido una carcajada
y me he acordado de tí.

Te escribo,
desde una de tantas ramas
de tantos estados de ánimo
que en los escondites de esta locura
he tenido la suerte de descubrir,
para decirte que lo conseguí.

11 septiembre, 2014

ANATOMÍA DE NUESTROS MUERDOS Y DELIRIOS: Callada locura

Ya no quiero en la garganta
cuerdas de testamentos,
ni pulmones negros de pena
para deseos sin aliento.

No más drama en esas camas
de celulosa blanca y frustrada
por la ausencia de bellos verbos
que les dejen hacer sentir
la inmensidad de mecer gritos,
que tan eterno y dulce es su peso
diciendo más incluso en silencio...
Callada locura que al caer viví.

No me aburras con mentiras
ni esquivas estrellas fugaces
atadas con cuerdas y bridas
al cabecero de un sueño añejo.

No me digas que no sabías
ni des vueltas a la cárcel
donde voluntariamente me metí
antes de saber que sería así.

No me pidas lo que nunca me diste
pensando en lo que no te prometí
si en esa mueca triste que sacaste
del bolsillo de nuestro desastre
sólo hay trizas de un instante
y no de lo que hasta ayer
era siempre contigo,  nunca sin ti. 

SEGUIR

El niño sabe de sus arrugas
sólo si se pone ante al espejo;
y de sus años, y cuántas rayas,
sólo si atiende al DNI.

El niño sólo se pudre
si hace caso a lo que otros dicen
y olvida qué aprendió sólo
o con personas que le educaron
sin imponer ningún matiz.

El niño sólo crece pa'dentro
si juega con sus iguales
y aprende valores por sí solo;
a veces no deja de llorar,
otras es turno de sonreir
pero, sobretodo si no controla,
aprende a escucharse
en el dificil trance de decidir.

El niño cumple decenas,
sonríe y apenas se entera;
es el verdaderos maestro
en la asignatura de (HOY) Vivir.

Rompe ese puto espejo,
no olvides que en Nunca Jamás
desaparecen tiempo y complejos
y los niños "perdidos y etcétera"
aún se entregan y vuelan;
no llevan falsas alas
ni te cobran con una moneda...

Sin verse a sí mismos
es más fácil no enjuiciarse
y, simplemente, seguir.

10 septiembre, 2014

DECÁLOGO DE LO (A)SOCIAL (V): PUT@

Lo que les gusta
venderte la libertad al contado,
fajos a cambio de dados
o barajas de cartas para jugar.

El mundo es un/a put@ divergente**
que te folla y te miente
cuando piensa en gemir y mirarte
a la vez que en cobrar.

Fichas sobre el tapete,
ases en la manga y falsa voluntad;
los hijos de puta siempre ganan,
tú de antemano pierdes,
ley y trampa son muecas hirientes
que pasan desapercibidas
y determinan la partida con impunidad.

Esquiroles de todos los colores
y uniformes conque les quieran disfrazar:
el camarero que sirve Chivas
y descubre las cartas en la tercera baza,
el portero que sabe quiénes
pueden salir del edificio sin cobrar...

Ten cuidado si sobre tu silla
se sienta su imprevisible amenaza,
el juego siempre está abierto
hasta que al soprano le deje de gustar.

((** Protocolo de Kioto))

ORILLA Nº30 (II)

Intento ser un náufrago
en éste mar de errores,
nado con todas mis fuerzas
pero no sé dónde está la orilla.

Acaso no existe isla
lejos del viejo continente
y el horizonte es un espejismo
de algo que ya no existe
por mucho que uno resista
y quiera ser superviviente.

Intento cambiar de dirección,
hacer lo que siempre quise
aunque la lenta muerte no entienda
del difícil don de perdonar;
aunque hoy nadie distinga
entre luchadores y sumisos tristes,
los barcos de la memoria
no lleguen ni a los arrecifes
y sus tripulantes terminen por apostatar.

Acabaré en las profundidades, 
sentado en una silla sin nombre
que sólo el fondo sabe sujetar;
agarrado a un invisible papel mojado
que el cruel pero veterano olvido
convierta en simple despiste...

En otro ahogado contra su propia voluntad.

ORILLA Nº 30

Llegó diciembre en la treintena
y yo seguía en aquella orilla;
una vecina pidió pruebas,
saqué arena de mis zapatillas.

Me dijo "sigues igual, con la misma fiebre"
y yo callado, con la frente ardiendo
y el corazón en cada valle de mis adentros;
con el mercurio en fase de pruebas,
leyendo esquelas y cagándome en los muertos
de quienes dicen que dura poco un Para Siempre.

Quise ser libre, 
disparé al aire y saltó la liebre
con otro bando del cielo:
'Los deseos embusteros van por carta,
a fin de mes escriban a Oriente'.