26 septiembre, 2014

ESPERANTO EN PROESÍA (I): VOMITANDO EN GOTHAM

Ya apenas quedan treguas en tu coño, y la guerra se parece, cada vez más, a un genocidio múltiple sin barricadas, como si las razones de quienes un día me llamaron loco se hubiesen vuelto universales. Ya apenas quedan gemidos en el cabecero de tu cama, al menos de esos que a ti te saben a sincericidio y para mí son bella poesía. Y en la escasez de tu voz y la multitud de mis silencios, me siento cada vez más contradictorio, cada vez más solo y abocado a falsas suposiciones... Si hoy apenas nos comprendemos ¿De qué nos sirve la mutua compañía?

Siempre fue así. Hoy eres tú la cuerda floja y yo quien intenta hacer equilibrio y se da de ostias contra el suelo que tiende la cruel verdad. Ayer fue al revés, y esos cristales que me encuentro en cada caída parecen una venganza, cuando probablemente sean casualidad en la fría tarima que a veces nos tiende el karma.

Dile a la reina de corazones que guardas dentro que me olvide. Nunca aceptaré órdenes y menos si están congeladas en un laberintos donde no tengo esperanzas de ver el cielo. Recuérdale que ya sé de las artimañas que nos depara el ego. Que según te veo por la calle Tentaciones saco un primer plano y le prendo fuego.


Que ya lo intenté y van muchos años de lucha contra ambos, Tú y Yo, y termino apagando mi propio incendio desde los sutiles dedales para puntos de sutura donde es cada vez más difícil coser mis enfrentados hemisferios: sinecuarzión y creactividad. 

No le des al autocorrector, que otra vez te vas a equivocar. Sobre cuánto te quiero, y cuánto me desmonto cuando tú dices siempre Ahora y yo ahora interpreto Siempre en la cena para idiotas que cada noche convoco/as entre las fronteras de Gotham sin miedo a vomitar.

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