22 septiembre, 2010

Junco

Cuánto hace que no te desnudas
ante tus propios ojos,
sin caretas ni espejos,
y te amas sin una sola duda.

Déjame sentir mi cuello
entre los dientes de tu bestia,
quiero un ahora tan frágil
como el tumulto de mis deseos,
ser simple carne y hueso.

Nunca sabrás lo que siento
cuando me ata a esas rejas,
cuando no puedo mirar al cielo,
cuando el miedo venda mis ojos.

Nunca sabrás por qué me río
cuando me mira el poderoso;
él perdió tanto el norte
que está totalmente convencido
de ser un ser omnipotente
que todo lo puede doblar.

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