24 abril, 2010

Suelo...


...querer volar hacia el fuego,

aunque sea como Ícaro,

con simples alas de cera…


El miedo a quemarme es pasajero,

siempre decide quedarse fuera

cuando se abren mis párpados

y su belleza me dice “pálpalo,

el indescriptible tacto de la quimera”.


Suelo buscar para mis ojos

el color de una señal precisa,

la envidia de todo reflejo:

sé que hay sonrisas preciosas.


Suelo mantener a mis sueños rehenes,

quiero darles un pasaje para que esperen,

día sí y día también,

el extraño tic-tac que aviva los andenes

cuando pasa el tren

de quien por quién eres siempre te quiere,

de quien quieres siempre por quién es,

siendo, dejándote ser.


Suelo vivir donde nadie me pide

algo a cambio de algo,

donde sin riendas cabalgan

el Tú y el Yo que sin miedos viven…


Allí, donde el nosotros se siente libre

porque se acabaron los dueños,

ahora envidiosos en telas de araña,

y somos para la sed y el hambre,

para bebernos y comernos sin timbres,

ni una sola prisa antes del postre.


Y suelo ser abecedario de los Suelo

en busca de tonterías que decirle,

recorrer palabras, buscar un cielo

de osadías sentidas para regalarle

por si algún día entiende por qué

suelo pensar sandeces a diario,

como que besar su piel sí es utopía

y conquistar la miel sus labios,

y abrazar el secreto imperio…

Hasta dejar su alma sin lencería.


En fin… No existe más frontera

que la piel de la palabra por decir…

“Déjame que te piense sin pensar

en pensarte, que todo prenda

aun cuando nadie lo comprende”,

le dejó escrito mi inconsciente

en una nota antes de partir.

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