30 marzo, 2016

QUIZÁS MAÑANA

Es ella la ciudad
a la que llego fingiendo veranos;
sus calles tienen la costumbre
de besarme con los dientes.

Me dice algo tierno a los oídos,
después muerde.

Yo escucho y callo,
me dejo llevar por un mapa que varía,
capricho de sus labios.

Pierdo la cuenta de rascacielos de cal y arena,
sujeto el cielo con los ojos abiertos,
me desangro sin prisa hasta empadronarme.

Nunca había perdido el aliento por las heridas
ni sentido la rabia esfumarse diciendo "Mira...
...Cómo cicatrizan según sale".

Será que el amor que duele no existe
y en el albor de este delirio
no existen avenidas llamadas Para Siempre.

Será que una vez lo sabe
uno camina por ellas sin pensar si camina,
concentrado en el instante.

Es ella la ciudad
a la que llego fingiendo veranos,
y de sus calles me iré
(quizás mañana)
sabiendo que en las mentes sin puertas
florece hasta en diciembre.

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