27 septiembre, 2016

TRILOGÍA DEL AGUA (II): PUEDES INSISTIR

Se pervirtió la luz tras un vestido rojo,
atardecía un día cualquiera en las fiestas de su barrio
y la piel del cielo desembocó en carmín.

No estorbó la distancia entonces,
el navío del tiempo atraca donde la marea muerde
-preguntándose-
una mente o sus dientes ¿qué da más de sí?

Interrogantes y retórica en una instantánea
-carne de inconsciente-
si dicen que tienen techo o paredes mienten
estos abriles aún sin abril

que ha llovido, sí,
tanto y tan espontáneo que naufragó el delirio- mi rara avis-
sobre una arena añil.
Al verlo huyeron hasta los fareros de ese viejo puerto,
asustados por su propio parpadeo,
como si no existiese Norte alguno -un solo paradero-
y de repente la roca se descubriese ola.
 

Espuma y resaca;
búscame tirado en la playa de la vida ociosa,
llevo escrito en el brazo un número por si la avisas,
fingiré estar casi muerto hasta su boca a boca
-le diré al oído Si quieres, puedes insistir-.

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