19 febrero, 2010

Apología de la inconsciencia

I
No me espanta respirar
el recuerdo de un beso,
el deseo es el alquitrán
que soporta el peso
de que me pienses
y ser cada madrugada
el fruto de tus ganas
mientras giras la manzana
con tu alma haciendo eses.

II
Sístole es la traición
del subconsciente,
la simple yuxtaposición
de fuego y voluntad,
ganas de verte.

Diástole es un borracho
que se bebe cada noche,
encendiendo una mecha
para quemar su historia,
saltándose los baches
que pone la memoria.

III
Amor son dos locos
adictos al derroche
sin otro enfoque
que coger el hacha
de sus verdades,
romper sus armazones,
arrancar sus corazones
e intercambiar iniciales.

Amor es un recuerdo vivo,
memoria que late
siempre presente,
la nostalgia que va contigo
cuando eres mendigo
al abrigo del sabor dulce
y el olor que te despertó
a su lado una o mil veces.

IV
Amor es una puta
cansada de polvos
con sabor a cenizas
que tiene la certeza
de encontrar la voz
de la esperanza
más allá de su sexo
y nunca vende besos
porque en los labios
guarda todo el fuego.

Amor es un cliente
inocente y algo perdido
enamorado de repente
que en lugar de alaridos
pide ese beso nunca dado.

V
Amor es tantas historias
como velocidades y arritmias
hay en latidos con síndromes
intraducibles e insensatos,
como versos y párrafos
se quedan insuficientes
bajo el prisma de la práctica
hasta resultar absurdos,
lo que siempre sucede
cuando uno habla de amor
como si fuera la verdad
de alguien y no la ilusión
de todo caminante adicto
al más tierno y crudo salto.

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