10 marzo, 2010

Caída libre


Todo ocurrió a medianoche. Quizás un poco más tarde, no estoy seguro. No importa. Inmediatamente antes mi oído era paz sobre el ombligo de un ángel, mientras veía a nuestras manos reconocerse sin apenas rozarse. La burbuja se rompió justo cuando nuestras piernas se balanceaban sobre la luna. El horizonte inspiraba una calma universal. La miré a ella, a mi lado sentada. Cualquiera habría jurado que todas esas estrellas no eran más que luces de león jugando a que sus ojos reflejasen quince sueños por segundo. En realidad, me habría bastado con el primero. No pude dejar de mirarla hasta que se rompió el silencio.

-¿Dónde estamos?- Me preguntó, en una lengua extraña que descifré tras una corazonada.

-Creo que en la luna.

-¿La luna? Claro…- Dijo, con una escéptica sonrisa.

-Bueno, puede que sea una caricia, no estoy muy seguro.

-¿Una caricia?- Reía con naturalidad, como si mi hipótesis fuera absurda; o porque la situación en sí lo parecía, bastante- Y… ¿Me puedes decir cómo hemos llegado a ésta “caricia”?

-No lo sé. Además… ¿Por qué tendría que saberlo? Eres tú quien tiene alas…

Se miró pareciendo no encajar muy bien lo especial de sus extremidades, colmo de inmensas plumas blancas. Mientras lo comprobaba con sorpresa no pude evitar perderme en ella. No cabía duda, era un ángel. Podría intentar describirla, pero todo quedaría en eso, un intento. A veces difícilmente puede uno ir más allá de unos puntos suspensivos o un tartamudeo mecanografiado. Después de aceptar lo evidente, volvió a mirarme, ésta vez aparentemente sin afán interrogatorio.

-Esto es lo más raro que me ha pasado en la vida. Salir de fiesta y acabar con un tío en la luna.

-O en una caricia- No pude evitar continuar con mi hipótesis, y ella no pudo evitar mirarme con cierta extrañeza.

-Eso no volvería ésta situación precisamente normal. De todas formas, ¿qué manía te ha dado con que es una caricia?

-No sé, es una idea. También podría ser que nos han echado algo en las copas y se nos está yendo un poco la cabeza. Pero una caricia tiene más sentido.

-¡¡¿¿Qué sentido tiene??!!-Volvió a preguntarme, ésta vez entre carcajadas; parece que no le resultaba demasiado convincente ninguna de mis indagaciones- ¡Es muchísimo más probable que nos hayan drogado! Eres un tío raro. Sí, muy raro.

-Lo siento, pero, repito, no soy yo el que tiene alas.

-Oye, normalmente no tengo alas. Vamos, es la primera vez…

-Lo que quiero decir es que si tú tienes alas esto puede ser perfectamente una caricia.

-No sé, pero todo esto es nuevo para mí. Tú en cambio dices que es una caricia como si supieras que es una caricia. O como si ya lo hubieras vivido.

No hice mucho caso a sus últimas palabras. Sentía el roce de sus piernas y un suave cosquilleo recorriendo mis brazos. Era difícil hacerse tantas preguntas mientras sentía lo impresionante de aquel momento, ella, nuestros cuerpos balanceándose en la inmensidad del universo, el roce de su piel, los cosquilleos y aquella mirada que mientras me interrogaba seguía cargada del deseo que horas antes me había sugerido conocernos mientras salíamos del Rock&Thriller. Y la situación empezaba a resultarme bastante violenta, como si hubiera un aura de culpabilidad acechando mi cabeza por todo aquello, cuando no me importaba en exceso el por qué de la situación. De hecho, no me importaba en absoluto.

-Si crees que esto es imposible, que todo es absurdo, que no tiene ningún sentido… ¿Cuántas veces más crees que te va a pasar?

-No sé…

-Mira ahí abajo. Cada día lo mismo. Trabajo, amigos, salir, fiesta, alcohol, drogas, algo de sexo con una desconocida que al día siguiente no te llamará o lo hará con demasiada insistencia, despertar, trabajo, un plan tranquilo, una película, un libro, una cena familiar, dormir solo o con alguien a quien apenas conocerás nunca, despertar de nuevo… Eso sí es probable. Esto es irrepetible. Al menos éste ahora, aquí, contigo. En fin, podemos seguir discutiendo, pero si perder así el tiempo es criminal.

Rió, no sé por qué. No importa. Mientras murmuraba algo se acercó a mí. En fin, lo dicho, a veces difícilmente puede uno ir más allá. Perdí la noción del tiempo, el reloj, las agujas y es posible que el 107% de la conciencia.

-¿Recuerdas lo que me dijiste al salir del bar?-Preguntó cuando recuperamos el habla.

-Sí. Te dije que no te fueras a acostar todavía, que teníamos mucha noche por delante.

-No. Lo que me dijiste después, cuando quería saber qué buscabas en mí.

-Sí. Es de una película que me encanta.

-¿Y qué opinas ahora?

-Que eres una tía jodidamente lista. No solo sabes volar si no que me has condenado a la caída libre.

4 comentarios:

  1. just beautiful!! Iron kisses

    ResponderEliminar
  2. Teeeeeeeextazo.
    Sabes que, ante cualquier "caida libre", estaré ahí para recogerte.
    Aunque haga enoes que no hablamos. Pase lo que pase.
    Estaré ahí.
    En menos de un mes (en mucho menos) nos vemos. Tenemos mucho que contarnos.
    Y, sobre todo, te espero en el Viña... La vida NOS debe muchos conciertos por compartir...

    ResponderEliminar
  3. Misses Tatcher: Preego, titanium bites

    Txarko: Grazias, yo tb staré ahí, kon yerba y birra siempre, métodos de ayer y hoy, ke para eso estamos los hermanos de otra madre weii!! A ver si te pillo pa hablar si, ke eso suena a ke vienes y tó!jaj Y si, en el viña nos ajuntamos, ke nos espera la karpa de chill-out xD

    ResponderEliminar
  4. Esto es cream mann!No dejo de pasarme por aqui pero como te dije soy de relatos. Hay partes muy cinematográficas, cuando pusiste el adelanto no pense ni por un momento que pudiera discurrir asi. Un saludo Jarkoe, paz!

    ResponderEliminar