13 abril, 2014

CARDÍACO

Hay paz en este inagotable pasaje 
hacia lugares prohibidos 
donde en lenguaje cae rendido 
a la brevedad de su sentido 
y se despoja de las palabras
para quedarse en suspiros. 

Allí mis dedos deforman la imagen 
de un cielo nublado de miedos 
hasta que llueve, y río, y desvelo 
a preciosos caballos salvajes 
que cabalgan su tierra 
sin importarle los charcos 
ni lo que el alba hizo hielo, 
pues nacieron de sangre y fuego 
y es indomable ese latido. 

Allí me tumbo a escuchar 
cómo las raíces vencen su timidez 
y la hierba crece lentamente; 
miro hacia el cielo buscando claridad 
y, de repente, una estela fugaz 
de pájaros que juegan a ser estrella 
para reirle a la vida sus caprichos 
con una burla inocente.

Allí todo lo que puedo sentir
es todo lo que soy
y no me duda ni mi propia razón.

Despojado de maletas,
ajeno a esa añeja y mala educación
de poseerlo todo
y olvidar cuánto pesa el corazón.  

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