14 junio, 2015

Y REIR ASÍ

Decía la profesora que nos callásemos,
con ese tono tan suave como doliente
de quien se cree educado pero impone
desde el velo de la propia ceguera
que nunca retira por miedo a revolverse.

Decía la profesora que nos callásemos
y, de repente, todos reímos sin pensarlo,
una carcajada llena de ruido y perdigones
pero amplia, sana e inconsciente.

Ni un improvisado director de orquesta,
ni pentagrama alguno marcando la protesta;

ni tan siquiera pretendíamos ni ser valientes.

En la Escuela de los errores
hay mentores intentando persuadirte
por si de tanto quitarte la ropa
lo que desnudas son sus propios temores.

Pero las niñas se suben la falda,
los niños se sueltan la camisa
y algunos traman hacerlo justo al revés.

En la Escuela de los horrores
y en el colegiado error que es esta vida,
así pensada, con tantas taras
y tanta suerte mal formulada y mal repartida,
recuerdo cuando no hice caso
y reí sin para ni a pensarlo;
menos mal que lo aprendí la primera vez.

Sin reir así, qué sería de mí.

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