13 octubre, 2015

ANATOMÍA DE NUESTROS MUERDOS Y DELIRIOS: INTERLUDIOS (III)

Una luna blanca y llena flota en sus ojos mientras me habla. Pienso que sólo en una parte del planeta es noche y sólo esta parte de la noche es mar. Se refleja en ella mientras me habla, esa blanca y llena luna que flota. Me he despistado. Estamos sentados en un parque y ella lleva un rato diciendo, encadenando palabras que no quiero escuchar. Por primera vez, desde que recuerdo, no quiero. Y sólo oigo, mientras me despisto en un viaje intermitente. Salgo de mí y entro en esa luna, con mis brazos y mis piernas para zambullirme, bucear en algún bonito recuerdo y a continuación subir y estirarme. Flotar boca arriba, haciéndome el muerto ¿Acaso no es eso lo que quiere? Matarme, en ese sentido metafórico que suele doler mucho más que cualquier otra verdad. "Creo que debemos darnos un tiempo", concluye. Menuda indeterminación, para alguien capaz de reflejar cualquier universo. Salgo del agua, me levanto y afirmo con indiferencia. Ya caminando, según me alejo, miro hacia arriba. Una luna blanca y llena flota. No cuelga ningún reloj... Camino sin más.

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